9 de septiembre de 2024
Tragedia y lucha del pueblo selk’nam, historia y revelaciones
17 de septiembre de 2022
"Selk"nam, genocidio y resistencia" en Argentina, editorial La Flor Azul
25 de abril de 2021
A 500 años de la muerte de Hernando de Magallanes, una controvertida figura histórica
En marzo de 1520 apareció frente a las costas de la Patagonia una flota española formada por cinco barcos y capitaneada por un portugués, Hernando de Magallanes. Aunque los hombres que componían la expedición entonces no lo sabían, estaban protagonizando un acontecimiento histórico, ya que un reducido grupo de ellos iba a completar años después la primera vuelta al mundo. En realidad, el principal interés de los expedicionarios era puramente económico, puesto que su objetivo era localizar una nueva ruta para llegar a las Molucas, las fabulosas “islas de las especias”. Muy visitadas desde tiempos antiguos por mercaderes chinos, árabes e indios, en 1512 los portugueses instalaron allí una fortaleza para monopolizar este comercio. Se trataba de alcanzar la codiciada región por mar, ya que las rutas terrestres hacia Oriente habían sido clausuradas tras la caída de Constantinopla en manos del poderoso Imperio otomano en 1453. También se hacía necesario evitar la navegación por el litoral de África donde Portugal, para entonces enemigo mortal de los españoles, tenía una poderosa flota y varias ciudades amuralladas.
Hernando de Magallanes, en pose conquistadora |
El viaje fue azaroso y lleno de dificultades, de tal forma que, cuando los marinos tocaron las costas de la Patagonia, una buena parte de los capitanes y tripulantes se encontraban en franca rebeldía, convencidos de que no existía ningún paso entre los océanos y que había que emprender el regreso a España. Magallanes, que conocía bien la cartografía de la época y estaba seguro de hallar ese paso, reaccionó con gran violencia contra los sediciosos y ahogó en sangre la revuelta, ejecutando a los principales cabecillas de la misma: “Luego que hubo amanecido, mandó Magallanes a tierra el cadáver de Mendoza y lo hizo descuartizar, pregonándolo por traidor, ahorcó a Gaspar de Quesada y lo descuartizó con igual pregón, por mano de Luis de Molino, su cómplice y criado; sentenciado a quedar desterrado en aquella tierra Juan de Cartagena y a un clérigo, su confidente”. Conocemos las peripecias de este viaje gracias principalmente al relato del italiano Antonio Pigafetta, que formaba parte de la tripulación y se convirtió en el cronista de la expedición. En su diario anotó los avatares y penurias de una travesía que duró tres largos años y en la que perecieron la mayoría de los hombres embarcados en el puerto de Sevilla, Hernando de Magallanes incluido.
Solventada la rebelión, la flota española permaneció durante el invierno en las costas de la Patagonia, donde se encontraron con los míticos aónikenk. A los visitantes les llamó poderosamente la atención la gran envergadura y corpulencia de los habitantes nativos: "Un día apareció de improviso en la playa un hombre de estatura gigantesca, casi desnudo, que, bailando y cantando, se echaba arena en la cabeza (…) Era tan alto aquel hombre, que le llegábamos a la cintura, siendo en lo demás muy proporcionado. Era ancho de cara, cuyo contorno estaba pintado de rojo, de amarillo el de los ojos, y en los carrillos dos manchas en forma de corazón. Su traje, muy elemental, estaba hecho de pieles cosidas; son de un animal que tiene cabeza y orejas de mula, cuello y cuerpo de camello, patas de ciervo y cola de caballo, y relincha como este. Abunda mucho en esta tierra según pudimos ver más adelante". Los europeos bautizaron a este pueblo con el nombre de patagones, palabra que más tarde evolucionará y servirá para nombrar a la región entera, Patagonia.
Aónikenk en Bahía San Gregorio, 1831 |
A Hernando de Magallanes se le antojó llevarse de vuelta a España a algunos de esos extraños “gigantes” para exhibirlos como sus trofeos en la corte real: "Mostró empeño en quedarse con los dos más jóvenes de aquellos salvajes. Para conseguirlo empleó la astucia más bien que la fuerza; el recurrir a ella habría costado la vida a más de uno de nosotros. Regaló a todos cuchillos, espejos, cascabeles, cuentecillas de vidrio; tantas cosas que tenían las manos llenas. Enseñóles después unos anillos de hierro, que no eran otra cosa que grillos, y, viendo cuánto les gustaban, se los ofreció también; pero tenían las manos tan ocupadas, que no podían tomarlos, observado lo cual por el capitán general, les hizo entender que se los dejaba poner en los pies, y con ellos se marcharían, a lo que accedieron por señas. Entonces nuestra gente les puso los anillos y pasaron la clavija del cierre, que remacharon con presteza. Mostráronse recelosos durante la operación manifestándolo así; pero el capitán general los tranquilizó. Apercibidos, no obstante, del engaño se pusieron furiosos; bufaban, daban tremendos alaridos e invocaban a Setebos, o sea el demonio, en su ayuda. Se intentó detener también a los otros dos, mas fue preciso usar de la fuerza, pues resistíanse de tal modo, que apenas si nueve hombres bastaron para derribarlos en tierra y poderles amarrar las manos". Ninguno de los dos muchachos llegó a España. Ambos murieron en la larga travesía, afectados por las enfermedades y la reclusión a bordo.
Selk'nam presos con grilletes en San Sebatían, 1896 |
Ya hemos visto cómo este primer contacto entre indígenas y europeos estuvo muy lejos de ser cordial. Bien al contrario, la mayoría de los encuentros entre los navegantes y los pueblos originarios de Patagonia y Tierra del Fuego serán muy violentos, puesto que a los conquistadores los movía casi exclusivamente un desmedido afán de riqueza. El enfoque histórico tradicional que presentaba el “descubrimiento” de América como un diálogo y encuentro de dos mundos, como la interconexión entre culturas, ha sido ya ampliamente superado ante la realidad de los hechos: asesinatos, robos de tierras, malos tratos, deportaciones, contagio de enfermedades, esclavitud. Como afirma el periodista magallánico Rafael Cheuquelaf, “acontecimientos similares tildados de descubrimientos son en realidad actos violentos que implican daño y padecimientos para los ‘descubiertos’, los habitantes del lugar, que son incorporados sin saberlo ni quererlo a una dinámica de tipo imperialista de la que son víctimas”. Estos violentos encuentros provocaron una catástrofe sin precedentes, ya que se calcula que, en solo un siglo, murieron el noventa por ciento de los nativos americanos, posiblemente el desastre demográfico más extremo de la historia de la humanidad.
Finalmente, el 27 de noviembre de 1520, los tres barcos restantes alcanzaron la boca occidental del estrecho, completando el recorrido de este paso legendario. Nada más salir a mar abierto, el inmenso océano con el que se encontraron fue bautizado por los expedicionarios con el nombre de océano Pacífico, al ponderar las aguas serenas y calmas por las que navegaron. Merece la pena hacer aquí un inciso para señalar cómo, aprovechando este suceso histórico, algunas personalidades de la región de Magallanes se han empeñado, aunque sin mucho éxito, en datar el “descubrimiento” de Chile en 1520, adelantándose así en quince años a la conquista de Diego de Almagro por el norte. El alcalde de Punta Arenas organizó para 2020 los festejos de los “500 años del descubrimiento de Chile”, un acto en el que esperaba congregar al presidente de Chile y a autoridades de España y Portugal, y que quedó deslucido por la pandemia del COVID. En cualquier caso, la celebración iba en la misma línea de lo sucedido en 1920 cuando, con ocasión del IV centenario, se inauguró el monumento a Magallanes. Construido en el centro de la Plaza de Armas de la ciudad por decisión testamentaria del terrateniente José Menéndez, se hizo con la clara intencionalidad de engrandecer la figura del navegante portugués, la del mismo Menéndez y de paso la de todos los europeos que serían considerados como únicos impulsores del progreso de esas regiones.
Ahora bien, defender el nacimiento de Chile en 1520 es un claro ejemplo de anacronismo histórico, puesto que sabemos que Magallanes y sus hombres atravesaron apresuradamente el estrecho, sin detenerse a explorar la región y mucho menos a “fundar” ningún país. Los expedicionarios no tenían interés alguno en radicarse en la zona y apenas si pusieron el pie en tierra, lo justo para aprovisionarse de agua y otras mercancías. Su única obsesión era llegar a Asia, al archipiélago indonesio famoso por sus riquezas en nuez moscada y clavo de olor. Volviendo a la descripción de Transilvano: “Y como el capitán Magallanes considerase que aquella tierra era muy fragosa, y que aun en aquel tiempo que duraban los días diecinueve horas hacía por allí grandísimos fríos, y que era tierra de continuas y perpetuas frialdades en todos los tiempos del año, parecióle que era tiempo perdido haber de explorar ni saber lo que en tal tierra había, por lo cual no gastando allí muchos días sin provecho, tiró con sus tres naos por el estrecho adelante, yendo siempre con mucho tiento para no tocar en tierra, y así pasó y llegó al otro mar del sur, donde era su principal propósito de ir”. En esta desenfrenada competición por ser los primeros se trató de sumar también la localidad argentina de Puerto San Julián, el lugar donde los europeos invernaron al llegar a las costas de América del Sur. Un par de senadores propusieron que la ciudad fuera declarada “Punto Cero” del origen de la región patagónica con el objetivo de “que se conozca y se valore dónde y cuándo comenzó la historia de nuestro país (…) tuvo lugar la primera estadía de europeos en territorio argentino, la primera misa en el territorio, el primer encuentro entre la población europea y los primeros pobladores originarios del lugar, donde nace el concepto de Patagonia y es la primera toponimia del país”. En su propuesta, los políticos se olvidaron de señalar que San Julián también es el lugar donde Magallanes ejecutó violentamente a los capitanes rebeldes y donde secuestró a dos aónikenk que murieron poco después en alta mar.Mientras Argentina y Chile se disputan el derecho de haber sido los “primeros” en tener a los europeos en la Patagonia, empiezan a aparecer ya movimientos sociales de rechazo a la forma en la que se quiso conmemorar este aniversario y que, a imagen y semejanza de lo que ocurrió en 1992 con el V Centenario del Descubrimiento de América, deslucieron con sus protestas pacíficas las celebraciones oficiales en los distintos países. Y es que conviene recordar que kawésqar, aónikenk, yaganes, haush y selk’nam llevaban miles de años habitando lo que hoy es la Patagonia chilena y argentina, y son por tanto estos pueblos, y no los europeos, los que en todo caso merecerían el título de “descubridores de la región”.
Continuando con el relato del viaje, una vez que los barcos españoles pasaron de largo por el extremo más meridional de América y cruzaron en toda su amplitud el océano Pacífico, arribaron en marzo de 1521 a las actuales islas Filipinas. Allí, desobedeciendo las órdenes recibidas por el rey y en contra de la opinión de sus capitanes, que querían continuar el viaje, Hernando de Magallanes decidió someter por la fuerza de las armas a los habitantes autóctonos. Se trataba de obligarlos a aceptar la religión católica y la sumisión al reino de España, de imponer a sangre y fuego lo que el antropólogo norteamericano Edward H. Spicer ha llamado “cultura de conquista”, y que se caracterizaba por la violencia irracional, la usurpación de tierras y la destrucción de pueblos enteros. Así, el 27 de abril de 1521 el capitán general desembarcó en la isla de Mactán al mando de sesenta hombres fuertemente armados con el fin de doblegar la resistencia de un grupo de isleños rebeldes. Aunque el armamento de los soldados españoles, que disponían de mosquetes, ballestas, bombardas, armaduras y corazas, era muy superior, los nativos les tendieron una emboscada, los derrotaron en la misma playa y mataron de un certero lanzazo a Magallanes. Muerto el jefe de la expedición, los dos barcos que le quedaban a la flota zarparon con destino a España, ambos con sus bodegas cargadas de especias, pero cada uno tomando una dirección diferente.
Lapu-lapu, el hombre que mató a Magallanes, héroe nacional en Filipinas |
Hay que advertir, sin embargo, que esta primera circunnavegación del globo terráqueo fue producto de las circunstancias, ya que los expedicionarios tenían previsto hacer el camino de vuelta por la misma ruta de ida. Las terribles penalidades sufridas, que supusieron la pérdida de la mayor parte de la flota y de la tripulación original, convencieron a Elcano de que, a pesar de la hostilidad de los portugueses, intentar la vuelta a España atravesando el océano Índico y bordeando las costas africanas era mejor que regresar por donde habían venido, un largo viaje al que seguro no sobrevivirían.
La Victoria, la nao en la que regresó Elcano después de completar la vuelta al mundo |
Debido a la excepcional dimensión histórica de este viaje, en la actualidad también España y Portugal mantienen una querella para tratar de arrogarse todo el mérito de la gesta marítima. A pedido del director del diario español ABC, que protestaba por la ilegítima apropiación por parte de las autoridades portuguesas de la paternidad de la expedición, la Real Academia de Historia de España preparó un informe que sentenciaba “la plena y exclusiva españolidad de la empresa”. Como reacción, los historiadores portugueses han puesto el acento en la nacionalidad lusa de Magallanes y en el hecho de que fue al servicio de Portugal donde aprendió el arte de navegación. La respuesta de algunos autores españoles no se ha hecho esperar, borrando en sus relatos casi por completo el nombre del portugués Magallanes y ensalzando en su lugar el del marino vasco Elcano como el único impulsor de la legendaria "Vuelta al Mundo". A la hora de valorar estos acontecimientos históricos, tampoco debemos olvidar la violencia desatada por los navegantes contra los pueblos que se encontraron en su camino, tan extrema que incluso le costó la vida al propio Magallanes. Hoy en Filipinas, donde fue vencido el navegante portugués, se debate una propuesta para cambiarle el nombre al país, ya que es un homenaje al rey español Felipe II, que ni siquiera estuvo allí. Al mismo tiempo Lapu-Lapu, que según la leyenda fue quien ultimó a Hernando de Magallanes clavándole una lanza de bambú en el rostro, ha sido convertido en héroe nacional. Una imponente estatua del guerrero hecha en mármol se alza desafiante en el lugar de la batalla, símbolo de la resistencia contra los conquistadores europeos.
El viaje de Magallanes-Elcano revolucionó la cartografía del globo, revelando una inmensa terra nullius o “tierra de nadie” disponible para ocupar. Estamos en la época de la doctrina del descubrimiento según la cual, en palabras de la historiadora indígena Roxanne Dunbar-Ortiz, “las naciones europeas adquirieron los títulos de las tierras que ‘descubrieron’ y los habitantes indígenas perdieron su derecho natural a esas tierras cuando llegaron los europeos y las reclamaron como propias”. Un concepto de derecho internacional que servirá durante siglos como justificación para la legalización de la conquista y la colonización, para devastar civilizaciones enteras y destruir pueblos indígenas, apropiándose de sus tierras y creándose en su lugar una oligarquía terrateniente tremendamente codiciosa.
Comunidades kawésqar protestando por las celebraciones de los "500 años" en Punta Arenas |
La imagen histórica de Hernando de Magallanes se desdibuja a pasos agigantados. Las comunidades originarias lo rechazan por su papel de violento conquistador y en Filipinas el héroe nacional es precisamente el hombre que lo mató. En Chile y Argentina buena parte de la población cada vez cuestionan más a esos "próceres" de origen europeo y su legado. En España, su condición de "extranjero" ha hecho que su nombre haya sido prácticamente borrado de los últimos ensayos históricos, donde se glosa más a los españoles participantes en dicho viaje. Por último, los historiadores portugueses no acaban de sentirse cómodos con el personaje que, no lo olvidemos, traicionó a su país pasándose al entonces enemigo mortal de Portugal, España. Magallanes, un controvertido personaje que sin embargo ya tiene un lugar propio en la historia de la Humanidad.
21 de noviembre de 2020
25 de noviembre, Día del Genocidio del pueblo Selk'nam
El 25 de noviembre de 1886 el ejército argentino provocó la mayor matanza de selk’nam de la que se tiene oficialmente registro. El responsable fue Ramón Lista, oficial mayor de Marina, que comandaba una expedición militar de exploración de la isla Grande de Tierra del Fuego, compuesta por veinticinco soldados al mando del capitán de caballería José Marzano y en la que también participaban como personal auxiliar el sacerdote italiano Giuseppe Fagnano y el cirujano belga Polidoro Segers.
Se embarcaron en el cúter Santa Cruz y llegaron a bahía San Sebastián, al norte de la isla, en la costa atlántica. No había transcurrido más que un día desde el desembarco de los animales, suministros, armas y municiones, cuando el grupo de exploradores se enfrentó violentamente con los selk’nam. Tras recibir los soldados una lluvia de flechas, Lista ordenó una mortífera descarga de fusilería. A partir de entonces se desata una guerra sin cuartel, una carnicería que provocó entre los selk’nam veintiocho muertos y un elevado número de heridos y prisioneros, la mayoría mujeres y niñas. Los militares no sufrieron ninguna baja.
Contamos con tres testigos directos de la matanza, el propio Ramón Lista, el cura Giuseppe Fagnano y el médico Polidoro Segers.
Selk'nam prisioneros en Ushuaia, 1896 |
Ramón Lista en el libro "Viaje al país de los Ona"
“Por lo que respecta a los indios onas que habitan la isla, tengo el sentimiento de comunicarle que me he visto en el caso de tener que librar un combate con diez hombres contra cuarenta salvajes, que ocultos en un espeso matorral, antes de entregarse y a pesar de nuestras demostraciones pacíficas, pretendieron rechazarnos lanzándonos enjambres de flechas. Los hice cargar a sable, el capitán a la cabeza, y cuando ya daba por terminada la lucha, este intrépido oficial cayó herido de un flechazo en la cabeza con lo cual el ataque se detuvo un instante; pero enseguida mandé cargar nuevamente y después de un ligero tiroteo el matorral fue desalojado quedando en nuestro poder algunos prisioneros, mujeres en su mayor parte, y sobre las zarzas veintiséis indios muertos, todos ellos de estatura gigantesca y de una corpulencia solo comparable a la de los patagones o tehuelches”.
Giuseppe Fagnano en "Il Bollettino Salesiano"
“El oficial trató de hacerse entender por los pobres salvajes a través de gestos, invitándoles a rendirse, ofreciéndoles carne y galleta. Parece, sin embargo, que nada comprendieron de su mímica amistosa ya que, en lugar de responder, lanzaron sus flechas contra los militares sin, no obstante, producir daño de ningún tipo. Luego de más de media hora de vanas tentativas y después de haberles inútilmente ordenado la rendición, el jefe ordenó desalojarlos de sus escondites, y a tal efecto se comenzó a abrir fuego donde quiera que apareciera una piel de guanaco. Cada detonación era seguida de un grito de los indios, entre cuyas voces se distinguía una que, dominando al resto, animaba a los demás a mantener la resistencia. Eso indujo al comandante a ordenar una carga con sables, con la esperanza de poder, de esta manera, cogerlos a todos con el menor derramamiento de sangre. El intrépido capitán Marzano se movió adelante y se lanzó hacia la mata negra desde donde continuaba saliendo aquella voz provocadora. Sin embargo, al llegar a una brevísima distancia del enemigo invisible fue herido en la sien izquierda por una flecha de madera, y cayó al suelo sin sentido, perdiendo sangre de la herida. En este punto ya no fue posible contener la animosidad de los soldados, anhelantes de vengar la herida de su valeroso capitán; se lanzaron rabiosamente contra los indios y mataron a todos cuantos osaron aún oponer resistencia. Hicieron trece prisioneros, incluidos dos niños”.
En este testimonio Fagnano simplemente lamenta las muertes, lo que no le impedirá continuar acompañando a la expedición militar. La realidad dista mucho de cómo la historiografía salesiana narró tiempo después este violento encuentro, y donde el sacerdote poco menos que expone su pecho desnudo a las balas de los soldados para evitar la matanza de indígenas.
Arqueros selk'nam en Tierra del Fuego 1902 |
Polidoro Segers en el libro "Hábitos y costumbres de los indios onas"
“A nuestros pies y sobre la orilla del mar entre manchones negros, que revelaban las crestas de las restingas que emergían de las aguas unos veinte individuos se entregaban tranquilamente a la pesca de mariscos sin habernos apercibido cuando los ladridos de los perros llamando su atención les descubrió nuestra presencia en el vértice del cabo Peñas, al lado de sus viviendas. La alarma que esto les produjo fue espantosa y los pobres indios que se encontraban a una larga distancia en la playa que la marea al bajar había dejado al descubierto, no sabían de qué lado escapar. La confusión aumentó más cuando vieron que los soldados de la expedición bajaban a toda prisa en su persecución la cuesta de la barranca en la cual estábamos.
Triste espectáculo era para mí ver a estos pobres indios inofensivos correr de un lado a otro perseguidos como fieras por los que representaban la civilización. Como los indios huían en varias direcciones y los soldados temían que escapase su presa, empezaron a hacer fuego sobre ellos hiriendo a algunos, pero logrando sustraerse todos a sus perseguidores, menos uno que, rodeado por cinco soldados armados de Remington no pudo adelantar. El infeliz se había atrincherado detrás de una enorme peña y se defendía valerosamente del fuego que le hacían aquellos. A cada descarga salía de su fortaleza improvisada y lanzaba una flecha en dirección de sus verdugos.
La huida le era imposible: a retaguardia tenía el mar que subía ya y delante cinco bocas que vomitaban fuego. En fin, acribillado por las balas cayó el valiente y por conmiseración fue ultimado con un tiro de revólver en el oído derecho. El reverendo padre Fagnano, capellán de la expedición, y yo nos habíamos hecho cargo de las criaturas abandonadas y mientras seguía el tiroteo no podíamos menos que protestar indignados contra este acto de crueldad que pasaba a nuestra vista, sin que pudiéramos impedirlo. Como avanzara la noche y deseosos de dar sepultura al cadáver, conseguimos del jefe de la expedición que lo arrastraran hasta el lugar donde nos encontrábamos.
Era un lindo joven, a lo más dieciocho años de edad, robusto y bien formado. Una melena tupida y negra cubría con sus enmarañados mechones su cuero cabelludo diferenciándose de los demás indios en que no usaba tonsura y su cabeza estaba cubierta de pelo. Veinte y ocho balas Remington habían acribillado el cuerpo de este valiente, más la bala de gracia (…) Al poco rato volvía una expedición de soldados que fue en persecución de los fugitivos, trayendo catorce individuos de chusma, pues los hombres aunque heridos se habían escapado: se aseguraron mujeres y niños en el cepo de campaña atándolos unos a otros por los pies con una larga cuerda, se pusieron centinelas a la vista y tratamos de conciliar el sueño. Era en vano, toda la noche las pobres chinas no cesaron en sus lamentaciones...”
La aparente indignación de Segers por los asesinatos no le impidió, sin embargo, quedarse con la piel del joven selk’nam como un bonito recuerdo etnográfico: “Disequé todas estas partes así como la cabellera que, preparadas para conservación, excitaron mucho la curiosidad a mi regreso a Buenos Aires”. Además, en un claro ejemplo de adopción forzada de servidumbre, el cirujano belga secuestrará poco después a un matrimonio haush que se llevó de regreso a Buenos Aires para emplearlos en el servicio doméstico.
Leiwecen y su hija, 1923 |
Lamentablemente no tenemos ningún relato de los selk’nam sobre el trágico acontecimiento, aunque la memoria de ese pueblo registró la matanza gracias a los supervivientes y a la transmisión de la historia oral. El balance de víctimas provocadas por los soldados del ejército argentino en esta expedición fue aterrador, ascendiendo a treinta muertos entre hombres, mujeres y niños, asesinados a balazos, ensartados con las bayonetas, ultimados a golpe de sable. Los quince prisioneros, la mayoría mujeres y niños, fueron colocados en el cepo de campaña, atándolos unos a otros por los pies con una larga cuerda y, como hemos visto, llevados a Buenos Aires, desconociéndose su destino final. Ninguna baja entre los militares atacantes, que hicieron valer su potencia de fuego.
El día que ocurrió la matanza, el 25 de noviembre, ha sido declarado desde 1992 “Día del Indígena Fueguino”, aunque se estudia actualmente una propuesta para cambiar el nombre a “Día del Genocidio Selk’nam”, para recordar la terrible masacre provocada por los militares argentinos contra este pueblo legendario.
Cazadores Selk'nam en marcha, óleo de Furlong |
22 de octubre de 2020
Rechazo de los pueblos originarios a las celebraciones de los 500 años del paso de Magallanes
Compartimos aquí el comunicado público de las comunidades Kawésqar y Yagán, realizado el 21 de octubre de 2020, al respecto de las celebraciones de los "500 años" del paso del navegante portugués Hernando de Magallanes por el estrecho que hoy lleva su nombre:
"Rechazamos la conmemoración de los 500 años del paso de Magallanes por nuestros territorios ancestrales, estos lugares ya eran recorridos miles de años antes por nuestros antiguos, Koshpij Yagan y Kawésqar taiwasèlok hojok.
Ellos tenían nombres para cada sector y cada espacio tiene una narración y cada lugar un nombre, muchos de esos nombres fueron borrados por la acción colonizadora y así mismo ya no están en la memoria.
1520, año que marca a fuego, como la de nuestras fogatas costeras fueguinas, el contacto e impacto con los denominados descubridores, el comienzo rudo y basto de este contacto con los dueños y verdaderos navegantes de estos mares patagónicos, nuestros pueblos naciones preexistentes.
Quienes debieran estar en lo más alto de las esculturas son los navegantes de las primeras naciones, los cazadores recolectores que recorrieron estas pampas, este territorio pisado por nuestros antepasados nos fue dejado en herencia, así como su gran conocimiento territorial y de navegación el que traspasaremos a nuestros hijos y nietos, así como los antiguos lo hicieran con nosotros y con nuestros padres, desde allí forjamos nuestra identidad cargando con un genocidio y etnocidio que aún no termina.
Los campamentos antiguos persisten en el territorio, allí están los rastros que dejaron, es así que resulta un insulto grave a nuestra memoria y a la de los que habitaron estos espacios, siendo desplazados de las maneras más viles y en los que en sus habitáculos antiguos osaron celebrar misas que nada tenían que ver con las creencias de los primeros navegantes canoeros.
Es así que hace muy poco tiempo se instaló una cruz señal de colonización, sin pensar en el daño que le provoco la Iglesia y las misiones salesianas a tantos miembros de los pueblos que fueron desplazados y desarraigados de sus territorios, de manera violenta e inhumana.
El pensamiento Euro centrista está presente en cada hito de la historia de la que hoy se llama Región de Magallanes, sin provocarles la mayor reflexión que debiera ser en cada espacio y en cada rincón identitario.
El día 20 de octubre sin más ni más, se dirigen hacia la bahía de Fortescue, el buque Escuela Esmeralda, barco que además fue transporte de tortura en tiempos de dictadura, junto al buque escuela de España Sebastián el Cano a celebrar una misa en un lugar que fue sitio ceremonial indígena y campamento antiguo, sitio de interacción entre Kawésqar y Yagan.
Existen más que las memorias de los antiguos de la habitabilidad de este territorio ancestral algunos se encuentran en escritos y estos son ignorados frecuentemente, a modo de ejemplo ya en 1579 se ordenó la captura de antiguos Selk’nam para que sirvieran de intérpretes, en 1829 aun persistían en sus campamentos antiguos al menos 80 indígenas, toldos y canoas que interactuaban en la hoy llamada Bahía de Fortescue.
El paso de Magallanes no es, si no, una hazaña europea, que no fue un descubrimiento, tampoco un encuentro de dos mundos, menos el descubrimiento de Chile, fue un barco perdido que además pasó presuroso, con el que comenzó el tiempo del fin de las culturas originarias que habitaron y que aun habitamos este territorio, pero que además no se debe olvidar que el Propio Magallanes fue muerto por un indígena en Filipinas.
Este año partieron ancianos sabios al encuentro de sus ancestros, ellos se fueron sin poder volver a navegar libres por sus canales y fiordos, como lo dijera un anciano alguna vez, “esperamos poder llegar un día donde están nuestros antiguos y poder llevarles buenas noticias, que nos devolvieron nuestras playas y bahías” allí terminara la oscuridad de nuestros pueblos.
La historia nos dice cuál es la importancia que este país le da a las primeras naciones, esperamos que en el futuro la reflexión sea 15.000 años atrás, cuando nuestros hermanos Selk'nam y Haush recorrían los espacios de la pampa de Tierra del fuego, cuando Tehuelches eran los herederos de esta tierra que los vio nacer y cuando Kawésqar y Yagan surcaban los mares para subsistencia e intercambio y eran todos capaces de interactuar, porque así lo hicieron por miles de años".
FIRMAN
Comunidad Yagan de Bahía Mejillones
Comunidad kawesqar Ata’p
Comunidad kawésqar residentes en rio Primero
Comunidad Kawésqar Grupos Familiares Nómades del Mar
7 de febrero de 2020
"Selk'nam, genocidio y resistencia", el prólogo escrito por Alberto Harambour
Arqueros selk'nam, fotografía Carlos Gallardo 1902 |
El historiador Alberto Harambour Ross |
Mujeres selk'nam, fotografía Alberto María De Agostini |
Busto Menéndez arrojado a los pies del monumento a Magallanes, Punta Arenas, noviembre 2019 |
4 de mayo de 2019
"Entre dos mundos. Pasado y presente de los habitantes Selk'nam-Haush de Tierra del Fuego", de Margarita Maldonado
La autora en Cabo Espíritu Santo, Tierra del Fuego |
En la gran isla existía otro pueblo de cazadores nómadas, los haush, que habitaban el extremo sudoriental, en la actual península Mitre. Emparentados con los selk’nam, tenían muchos rasgos y costumbres en común. Sin embargo, los haush, debido a su hábitat costero, estaban mucho más orientados a aprovechar los recursos del mar. Así, además de las pieles de guanaco, aprovechaban pieles de lobo marino cuyas colonias eran muy abundantes antes de la llegada de los barcos loberos. Los haush eran expertos pescadores. Los hombres se sumergían hasta la barbilla con una red hecha de tendones de guanaco y, al retirarse hacia la costa, la sacaban llena de pescados. Las mujeres utilizaban un palo muy flexible en el que colocaban en el extremo un trozo de barba de ballena con un nudo corredizo, con lo que podían atrapar los peces sin anzuelo de forma muy inteligente.
Mujeres selk'nam recolectando moluscos en la playa, Alberto M. De Agostini |
Uno de los apartados más originales del libro tiene que ver con la inclusión de una “Guía práctica de cestería”, artesanía en la que son maestros los pueblos autóctonos de Patagonia y Tierra del Fuego y que la autora nos muestra paso a paso. También hay que destacar el capítulo de ornamentación, donde se recuperan los nombres originarios para describir los adornos, utensilios y otros objetos realizados por los selk’nam, con pieles de guanaco, plumas de pájaros y caparazones de caracoles. Cabe recordar aquí que la “Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas”, que fue adoptada en 2007 en Nueva York con los votos favorables de 143 países, incluyendo tanto a Argentina como Chile, establece en su artículo 13 el “derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus historias, idiomas, tradiciones orales, filosofías, sistemas de escritura y literaturas, y a atribuir nombres a sus comunidades, lugares y personas, así como a mantenerlos”. Como estableció la doctora de la Universidad de Estocolmo Débora Rottenberg "en el hecho de imponer un nombre a lo que ya lo tenía hay un intento de avasallar a los sujetos cuyo saber se está negando”. Es por tanto de destacar el aporte de Maldonado a la recuperación de todos los nombres originarios y en devolver el protagonismo a sus antepasados, que tan magistralmente supieron adaptarse a una naturaliza agreste y a una climatología adversa.
Familias selk'nam al modo tradicional en 1902, William S. Barclay |