Dos
veces he tenido la ocasión de hablar en persona con el admirado Osvaldo Bayer (1927-2018).
La primera fue en septiembre de 2012. Me presenté en su casa de Buenos Aires, “El
Tugurio”, y llamé al timbre de la puerta. Sentí unos pasos que lentamente se
acercaban y el mismo Osvaldo me abrió la puerta. Me invitó a pasar, yo no lo
creía, estaba ante el legendario historiador, que tanto había influido en mi
visión de la historia. Tras una breve charla, le entregué un mamotreto de hojas
anilladas y le dije: “Bayer, he terminado este libro y vengo a pedirle que me
escriba el prólogo”. Me fui de su casa, de Argentina y regresé a Madrid.
Pasaron un mes, dos, seis y, cuando ya había perdido completamente la
esperanza, recibí un correo electrónico del mismo Osvaldo Bayer, adjuntando en
un archivo Word el prólogo para mi libro. La siguiente vez que lo vi fue hace solo
unos meses; volví a su casa, le regalé un ejemplar de “Menéndez, rey de la
Patagonia” y le di las gracias por el prólogo, diciéndole que sin sus palabras,
nunca hubiera podido publicar mi libro. Entonces Bayer tomo su “campari”, me
miro y me dijo: “Muchacho, no diga eso, el libro es muy bueno, era necesario un
trabajo como el suyo”. Gracias, maestro, nunca le vamos a olvidar.
PRÓLOGO para el libro "MENÉNDEZ, REY DE LA PATAGONIA"
Este es un libro
definitivo sobre la verdad de lo ocurrido en el sur chileno y argentino
conquistado por la civilización de origen europeo. El reparto de las tierras y
el genocidio consumado con los pueblos originarios. Ya nadie -después de este
acopio de pruebas- podrá señalar que las versiones críticas que surgieron a
medida que se producían esos hechos eran exageradas o de pura imaginación.
Lo de la Patagonia Austral es un segundo
capítulo del antecedente que se llamó “Expedición del Desierto” del general
Julio Argentino Roca. Es la segunda etapa que se llevó a cabo tanto en la
Patagonia argentina como en la chilena. Fue otro método pero se aplicó el mismo
concepto. La tierra quedó para unos pocos “civilizados” y los pueblos
originarios fueron exterminados después de quitarles esas tierras. José Luis
Alonso Marchante, aquí, nos presenta en especial lo que ocurrió en Chile,
principalmente, pero también de su eco en la Argentina, o viceversa, en esta
biografía exhaustiva del aprovechado español José Menéndez.
Paso a paso, documento por documento,
mencionando todos los testimonios oficiales y privados, y las investigaciones
habidas hasta el momento, y nos deja algo indiscutible. Algo para el gran
debate acerca de nuestros “héroes”, nuestros “pioneros”, nuestros “hombres que
traen consigo el futuro”. En esto están consagrados años de labor, de consulta,
de información de época. El autor no deja de lado de discutir todas las
opiniones de los historiadores hasta el presente sobre este tema, para
aprobarlos o demostrar deficiencias. Lo mismo acerca de los testimonios citados
en tales investigaciones, o informaciones de prensa, o las versiones de las autoridades
de aquel tiempo. Aquí, en estas páginas, hay años de investigación, una
investigación sabia y profunda, alejada de cualquier concepto ideológico.
Basándose siempre en los principios de la ética y de la verdad histórica.
Quien, como el autor de este prólogo, dedicó
más de una década a la investigación de las huelgas rurales patagónicas no
puede menos que aplaudir ahora una obra como la de Alonso Marchante. Ahora sí,
ya tenemos el camino para llegar a las conclusiones a las que deben arribar los
políticos que representan a la verdadera democracia en esas regiones. Esperemos
que aprendan y que esas comarcas no sigan sujetas al juego de los mezquinos
intereses de los “dueños”. Que esta verdad histórica pueda servir como código
del futuro para no volver a cometer injusticias tan tremendas que obligan a
pensar en cómo, en esos años de “liberal-positivismo”, se traicionaron los
principios de Mayo y el pensamiento de esas campañas libertadoras de San Martín
y O´Higgins (además de lo que significó el verdadero genocidio de los pueblos
originarios). Y pensemos como esos llamados civilizadores no pensaron tampoco
en el debido respecto a la Ecología.
Todo el programa llevado a cabo por la
denominada “civilización” de los que “descubrieron” América será llevado a
cabo, entre otros, por un comerciante español, tal vez ni siquiera
proponiéndose ningún “plan civilizatorio” sino sólo a través de su afán de
riquezas, de su ansiado “progreso propio”. El egoísmo humano que los acompañó
los hizo protagonizar actos de absoluta crueldad sin contemplaciones, porque
había que ganar todo para llevar a cabo “la civilización de la barbarie”.
El autor de este libro, primero hace una
profunda presentación del escenario donde va actuar el comerciante José
Menéndez. De ahí, los capítulos sobre los pueblos originarios de toda la
región, especialmente la fueguina. Y después pasará a descubrir los métodos
empleados por los “civilizados” para exterminar a la población originaria en
una parte del libro titulada “Violencia contra los indios”. Entre ellos se menciona a Luis Piedrabuena,
un personaje que en su honor lleva su nombre una ciudad argentina de la
provincia de Santa Cruz. Un dato para pensar en la vergüenza que sufrimos los
argentinos, que tenemos que vivir en ciudades o calles con el nombre de
genocidas o explotadores, con grandes homenajes a ellos. El autor de este libro
se dedica a un concienzudo trabajo acerca del estado de la historia, en
especial de las regiones de Tierra del Fuego y de la ciudad chilena de Punta
Arenas. También está explicada en todos sus detalles -positivos y negativos- la
posición de los representantes de la Iglesia Católica. Principalmente, lleva a
cabo el estudio histórico de la misión Fagnano: cuyo nombre es recordado hoy en
Tierra del Fuego con un lago, el mayor de esa región. En vez de respetar los
bellos nombres originales puestos por los habitantes de los pueblos originarios
siempre referidos a las características de la naturaleza. No, se pusieron los
nombres de sus conquistadores.
También está aquí la historia del imperio
económico de Menéndez-Braun, cuando las dos familias se unieron mediante la
boda entre Mauricio Braun y una hija de Menéndez. Y todo el proceso de cómo se cambia la vida
de la fauna natural de la región: por ejemplo, el guanaco va a desaparecer
cuando llega la oveja. Y está el capítulo de los “cazadores de indios“, crimen
de los peores de nuestra historia conjunta chileno-argentina en ese verdadero
paraíso de paisajes que es Tierra del Fuego y la Patagonia continental. Hasta
se llegó al colmo: al “remate de indios”, como se había hecho durante la
colonización española, con el remate de esclavos de origen africano. La
“civilización” europea, occidental y cristiana. Todo terminará para José
Menéndez, verdadero “conquistador” de esas tierras, con la disputa de su
fortuna por sus propios hijos. Como debía terminar esta historia trágica. Por
encima de toda moral, el dinero.
Vuelvo a sostener: esta obra será un libro de consulta obligada para todo estudioso de la historia contemporánea del Sur argentino-chileno. Es un testimonio irrefutable de cómo estadistas y comerciantes destruyeron los sueños de todos nuestros Libertadores, todos muertos en la humildad más absoluta. Un libro para aprender esta lección de Ética que nos enseña el investigador a fin de no repetir la historia. Y vemos que finalmente siempre triunfa la Verdad, y la Verdad indiscutible sale a la luz una vez más.
El "Tugurio", la casa de Bayer en Buenos Aries, con el mural de Martín Zinclair |