No todos los salesianos aceptaron colaborar de buen grado en la
ocultación de las matanzas de los selk’nam llevadas a cabo por los estancieros
de Tierra del Fuego desde finales del siglo XIX. El sacerdote Manuel Jesús Molina protestó airadamente en
1963 al ver como el padre Raúl Augustín Entraigas, en su obra “Don Bosco en
América”, escribía que la desaparición de los onas se había producido “no por
el plomo del blanco sino por la incapacidad de su organismo virgen”. El
objetivo del sacerdote Entraigas, uno de los historiadores salesianos más
complacientes con los acaudalados terratenientes, no era otra que proteger el
“buen nombre” de las familias Menéndez y Braun. Molina, indignado, calificó la
frase de Entraigas de “aserción antihistórica” y le conminó a que la corrigiera
en una errata o nota al pie, asegurando que los antiguos misioneros que fueron
testigos presenciales (Borgatello, Fagnando, Beauvoir, etc) certificaron que la
extinción de los pueblos originarios se debió a las matanzas de los ganaderos.
Merece la pena hacer pública esta carta de Molina, que conoció incluso a varios
“matadores de indios”, y la respuesta de Entraigas, donde privadamente reconoce
“que hubo matanzas de indios” aunque públicamente jamás se retractó.
|
Grupo de Selk'nam fotografiados por Charles W. Furlong en 1907 (Darmouth Library) |
Carta del padre Molina a
Entraigas:
Río Gallegos 3 de septiembre de 1963
Rvdo. Pbro.
Dr. Raúl Entraigas
Apreciado Hno. en D. B.:
Con estupor
escuché leer en el comedor un concepto suyo sobre la desaparición de los Onas
en Tierra del Fuego, en su reciente libro, muy interesante por cierto, “Don
Bosco en América”: “y la forma vertiginosa en que los infelices iban
desapareciendo…no por el plomo del blanco, como con harta ligereza y mal
conocimiento de la verdad se suele afirmar también en letras de molde, sino por
la incapacidad de su organismo virgen de defenderse contra los virus que
necesariamente acarrea la civilización”.
Nosotros que
estamos en el medio y vivimos con los hombres que han sido actores de los
hechos o son sus descendientes directos; han sido testigos presenciales o han
recogido los datos directamente de sus autores, no podemos estar de acuerdo con
una aserción antihistórica de ese calibre. No desconocemos ciertamente el otro
motivo y las otras causas, pero no podemos cerras los ojos a la evidencia de
los hechos.
Los Onas del
Norte del Río Grande, los “Chonkólluka”, desaparecieron de tal forma, que de
ellos no quedó sino el recuerdo de unos pocos vocabularios. Y cuando al P.
Beauvoir se le desestima por su obra “Los Shelknam” en los círculos
científicos, es porque se desconoce la existencia de esta fracción norteña de
los Onas y se cree que todo es Shelknam y con ese cartabón se juzga la obra. Su
crítico, Lucas Bridges, no conoció a los Chonkólluka, desconocía, de
consiguiente su idioma y de allí las fallas de su crítica, que ha sido tomada
como artículo de fe por los científicios argentinos. Y esta fracción norteña
desapareció tan vertiginosamente, precisamente, arrasada por el plomo de los
blancos.
Para su
archivo, si es que no lo tiene, le envío unos pasajes de El Jimmy de Herbert
Childs. Habla solamente de un rincón habitado por los Chonkólluka y de cómo
fueron exterminados en esa zona. Jimmy Radburne, falleció el año 1958[1].
En mis viajes por la Provincia de Santa Cruz me encontré con varios matadores
de indios.
Espero que en
una Nota o en una Errata corrija esa opinión, que no puede compartir un
santacruceño o un fueguino. Algo semejante ha ocurrido con su otro libro
“Monseñor Fagnano” sumamente interesante por otros conceptos pero deficiente en
lo histórico, por cuya causa fue dejado de lado por los antiguos misioneros que
habían vivido los hechos o habían recibido los datos de primera agua.
Salúdale con
aprecio de siempre.
Affmo. in D.
Contestación del sacerdote
Entraigas al padre Molina:
Buenos Aires, 13 de set./63
Muy estimado P. Molina:
En mi poder la
tuya del 3 corr.- Ella me dio pie para rever mi carpeta titulada MALOS TRATOS… CAUSAS
DE EXTINCIÓN DE ABORÍGENES…
Me dispongo a
contestarte, no obstante mis múltiples ocupaciones aquí, porque valoro tu labor
científica que más de una vez he puesto en evidencia en privado y en público.
Como ves tengo una carpeta que trata de eso, donde constan 24
testimonios muy encumbrados.- No he escrito, pues, ligeramente.- Comencé a
estudiar ese tema en 1936, como verás, si te tomas la molestia de revisar este
encuadernador cuando andes por acá.- Escribí esos renglones en la vida del P.
Pedemonte luego a haber comprado en el centro un libro de una pobre mujer que
tituló su libro UNA OREJA DE INDIO POR UNA LIBRA ESTERLINA y luego en el cuerpo
sólo trata de una placentera excursión, en avión, por la Patagonia; pero deja
el veneno en el alma… Y así se hace la historia…
“Estamos en el medio y
vivimos con los…actores…o descendientes”. Yo también, antes de escribir he
tratado con los verdaderos colonizadores de aquellas tierras, va a hacer treinta
años. Uds. ya no podrán alternar con el P. Crema, ni con el P. Carnino, ni con
aquel pobre ebrio consuetudinario que debió volver a Turín con su vicio (que
debía mantener el Cap.Sup.), ni con Giuspin, ni con Vigne, testigo de primer
orden, ni con el P. Sallaberry, ni con el P. Borgatello (cuya veracidad hay que
ver cómo la juzga el P. Massa), ni con Dalmasso, ni con Ferrando, testimonio de
alto coturno en estas cosas, ni con Contardi, ni con Roux (porque siempre hay
que escuchar las dos campanas…) y yo he podido alternar con ellos y escribir
luego de escuchar a tirios y troyanos[2].
A través de tanto y
tanto testimonio fehaciente, comprenderás que no se me oculta la verdad
verdadera: que hubo matanzas de indios. Y ahí está la vida de Mons. Fagnano,
cuya LIMEN (pág. 17) dice eso muy bien para quien sabe leer entre renglones,
pero no armar escándalo.
No seamos nosotros los
salesianos los que encendamos la tea del escándalo. No sabes la pena que me dio
cuando, luego de haberle conseguido un pasaje de 1ª ida y vuelta a Tierra del
Fuego a un Dominico Francés, él fue fugazmente y habiendo hallado ese brulote
de Borrero LA PAT.TRÁGICA, escribió un libro de escándalo PATAGONIE ET TERRE DU
FEU, en que habla de las matanzas[3],
pone en ridículo a Mons. Esandi, dice perrerías de los salesianos de Comodoro
Rivadavia, de los de Tierra del Fuego y de los de Punta Arenas. Nosotros no
debemos imitar esos malos ejemplos. Hay temas más limpios para hacer
literatura, siempre dentro del respeto que nos merece la verdad histórica.
Mi libro Pinceles de
Fuego trae un episodio EL DIMAS DE LA PATAGONIA donde se habla de esto, pero
sin armar escándalo[4].
Y creo que un sacerdote que es respetable no puede bajar a la arena a recoger
esas cosas… La película que yo asesoré, TIERRA DEL FUEGO, menciona el famoso
episodio de la ballena envenenada. Pero ello no significa generalizar. En mi
carpeta figura el opúsculo de Segers sobre las causas que influyeron en la
extinción de los onas. Es raro, como comprenderás. Y está a tu disposición, si lo
deseas.- Puede ser bien que una tribu, como los Chonkólluka, haya sido
exterminada. Pero no todos los indios de la Patagonia… Me dices que los
antiguos misioneros “dejaron de lado mi libro” sobre Fagnano. Puede ser. Lo
lamento precisamente ahora que Don Ziggiotti me dice (última carta) que mis
libros ocupan en n/Sociedad el lugar que ocupan los MEM.STOGR. de Don Ceria![5]
Espero ir este verano. Debo documentarme mejor sobre Piedra Buena. Saludos para
todos los amigos. Tu afmo.
|
El libro "Don Bosco en América" de Raul A. Entraigas |
Como hemos visto, la revisión de la correspondencia personal de Entraigas nos permite constatar que el sacerdote salesiano era perfecto conocedor de las matanzas de selk'nam de Tierra del Fuego pero que, para proteger a los grandes latifundistas, estaba dispuesto a ocultarlo a la opinión pública. "Por más que sean ciertos los cargos que le hace el Padre Borgatello y otros muchos, nosotros no los podemos citar", escribía Entraigas sobre la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, la empresa formada por Braun, Menéndez y otros latifundistas que explotaba más de un millón de hectáreas en la parte chilena de Tierra del Fuego.
|
Declaración del sacerdote salesiano Raúl A. Entraigas sobre la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego |
Para comprender cabalmente el “respeto” que a
Entraigas le merecía la verdad histórica, recordemos que fue este religioso
quien en 1945 ofició las bodas de oro de Josefina Menéndez Behety, la hija mayor de José Menéndez "el rey de la Patagonia", y Mauricio
Braun Hamburguer, el acaudalado terrateniente. Pero es que además, tras la ceremonia, Entraigas recibió alborozado el
anuncio que le hacía Josefina; su mansión de la calle Ayacucho 1072 de Buenos
Aires sería derruida para construir en su lugar una iglesia que estaría
dedicada a su padre, José Menéndez, la "Parroquia del Patrocinio de San José".
Basta dar hoy un simple paseo por ese lugar para comprobar como se ha impuesto forzosamente la memoria de los latifundistas, con suntuosas iglesias, mientras que en Tierra del Fuego el viento recorre los silenciosos páramos por donde, durante miles de años, transitaron los legendarios selk'nam.
|
Parroquia del Patrocinio de San José, Ayacucho 1072, Buenos Aires |
[1] James Radbourne más conocido como “El
Jimmy de la Patagonia”, un escocés que trabajó en la estancia Springhill como
ovejero, nos dejó estremecedores relatos de las cacerías humanas lideradas por
otro escocés, un hombre extremadamente cruel llamado Mac Donald que “no gastaba
balas en los viejos ni en las mujeres que eran dejados atrás sin defensa por
los otros indios, pero saltaba de su caballo y acuchillaba a todos los que
podía atrapar, viejos o jóvenes, hombres o mujeres”.
[2] Entraigas
nombra en este párrafo a la mayoría de los sacerdotes salesianos que estuvieron
en la Patagonia: José Crema, Luis Carnino, Javier Vigne, Luis Héctor Sallaberry,
Maggiorino Borgatello, Lorenzo Massa, Santiago Dalmasso o Juan Ferrando. El
“pobre ebrio consuetudinario” no era otro que el sacerdote Giovanni Zenone,
encargado de las misiones volantes en Tierra del Fuego y que volvió a Italia
completamente alcoholizado.
[3] Se refiere al libro de Maurice-Hyacinthe
Lelong (1900-1981), religioso dominico autor de “En Patagonie et Terre de Feu”,
libro publicado en 1950 en París por Editions Julliard. El etnólogo suizo
Jean-Christian Spahni (1923-1992) dirá sobre él: “denunció con mucho coraje y
sinceridad las atrocidades cometidas a ambos lados del estrecho de Magallanes.
Este autor es considerado por muchos estancieros, al igual que sucede con José
María Borrero, como un peligroso anarquista”.
[4] Se
refiere al capítulo X de su libro “Pinceles de Fuego” (Sociedad Editora
Internacional, Buenos Aires, 1947), titulado “El Dimas de la Patagonia”. Allí se habla de un supuesto anciano inglés que va a morir a la
misión de La Candelaria, arrepentido de sus acciones violentas contra los selk’nam
en sus tiempos jóvenes, cuando era capataz de estancia. Entraigas, como ya hizo el terrateniente inglés Esteban Lucas Bridges, no lo olvidemos, vuelve a proteger el “buen nombre” de los estancieros al no dar
el nombre de los asesinos: Alexander MacLennan, Samuel Hyslop, Alexander Allan
Cameron, James C. Robbins, José Pezzoli y otros.
[5] Eugenio Ceria (1870-1957) fue autor
oficial de los salesianos, con libros como los
Annali della Società Salesiana o la Memoria Biografiche.