En 1906 casi doscientos trabajadores procedentes de Chiloé contratados por la Compañía Explotadora del Baker fueron abandonados a su suerte durante los meses más crudos del invierno por sus irresponsables empleadores en la región de Aysén, muriendo más de sesenta de ellos a causa del hambre y la enfermedad. El abandono culpable de la empresa, detrás de la cual se encontraban poderosos accionistas chilenos de rimbombantes apellidos, no tuvo castigo alguno y las víctimas sufrieron doblemente; su muerte física y el ominoso silencio de la historia.
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Portada del libro de Mauricio Osorio |
Mauricio Osorio Pefaur es un antropólogo social que vive en Coyhaique, en plena Patagonia chilena. Allí lleva a cabo un encomiable trabajo de recuperación de la memoria de su tierra, ocupándose de arrojar luz y documentar acontecimientos que muchas veces no aparecen en los libros de la historia oficial. Con ese afán investigador y provisto de una infatigable energía, en julio de 2013 se trasladó a Santiago de Chile y se encerró en la Biblioteca Nacional a hurgar en viejos periódicos y diarios publicados en Chiloé cien años antes. Buscaba información que permitiera descubrir qué había detrás del medio centenar de cruces de madera que se agolpaban en la llamada "Isla de los Muertos", en Caleta Tortel, un lugar tenebroso a orillas del río Baker.
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Ficha de la Cía Explotadora del Baker con la que se pagaba a los obreros |
Las crónicas aseguraban que allí estaban enterrados los obreros chilotes abandonados a su suerte por sus empleadores, pero ningún nombre aparecía inscrito en las cruces. Mauricio, con paciencia propia de artesano, continuó trabajando hasta que, casi cuando ya había perdido la esperanza, encontró la primera noticia de la tragedia en la prensa local. Era una breve nota, apenas unas líneas, que confirmaban sin embargo que aquellos hechos habían sido objeto de atención por los periódicos de la época. Unos días después, se produjo el hallazgo: el diario "La Alianza Liberal" del 11 de octubre de 1906 publicaba en primera página los nombres y apellidos de los muertos de Río Baker. Y además, pedía justicia por la muerte de tanto trabajador inocente cuyo único error fue confiar en la empresa que les contrató para una campaña que se reveló mortífera.
De Santiago Mauricio se fue para Chiloé, donde recogió valiosísimos testimonios orales de los descendientes de los fallecidos que habían mantenido vivo de generación en generación el relato de un trágico suceso. Con las fuentes bibliográficas, escudriñando los trabajos de cualquiera -aventurero, explorador, estanciero- que hubiera visitado la zona desde 1906, Mauricio Osorio reunió el material suficiente para publicar un libro que acaba de ver la luz.
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Hacheros de Chiloé en una explotación forestal |
"La tragedia obrera de Bajo Pisagua. Río Baker, 1906" (Ediciones Ñire Negro, 2015) es un libro contundente, tremendamente documentado, muy bien estructurado, que devuelve todo el protagonismo a los trabajadores chilotes protagonistas de esta terrible historia, que aparecen aquí por vez primera con nombre y apellidos.
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Las cruces del cementerio de la isla de los muertos en Caleta Tortel
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Un libro que deja en evidencia a los inescrupulosos empresarios cuyo único objetivo era "incrementar sus arcas de manera fácil antes que honesta y esforzada", tal y como señala acertadamente el profesor Enrique Martínez en el prólogo. Y aquí aparecen los grandes capitales de Santiago, en este caso el Banco Mobiliario del "respetable" Francisco Subercaseaux que animó a su vástago a emprender su propio negocio ganadero. Un negocio que se reveló ruinoso por la incapacidad empresarial de sus promotores y que terminó con un reguero de tumbas, hasta ahora anónimas, al final del río. Unas víctimas que emergen, ya para siempre, de la larga sombra del olvido.