Paul-Daniel-Jules
Hyades fue el médico de la famosa expedición francesa al Cabo de Hornos de 1882/83,
autor de artículos, observaciones y relatos de gran valor etnográfico sobre los yaganes que
habitan en Tierra del Fuego.
Para la época en que “La Romanche” fondeó en bahía Orange, septiembre de 1882, el único establecimiento occidental permanente era la misión anglicana de Ushuaia, frente al canal Onashaga, lugar que Hyades visitó en repetidas ocasiones. Médico de profesión, advirtió rápidamente que los yaganes que vivían asilados en la misión estaban enfermos y su débil aspecto contrastaba con la imagen saludable de los hombres, mujeres y niños que vivían al modo nómada tradicional: “la tisis pulmonar es rara entre los fueguinos que viven al aire libre; pero es muy frecuente entre los que habitan la misión inglesa, que han adquirido costumbres sedentarias y que viven encerrados”.
Para la época en que “La Romanche” fondeó en bahía Orange, septiembre de 1882, el único establecimiento occidental permanente era la misión anglicana de Ushuaia, frente al canal Onashaga, lugar que Hyades visitó en repetidas ocasiones. Médico de profesión, advirtió rápidamente que los yaganes que vivían asilados en la misión estaban enfermos y su débil aspecto contrastaba con la imagen saludable de los hombres, mujeres y niños que vivían al modo nómada tradicional: “la tisis pulmonar es rara entre los fueguinos que viven al aire libre; pero es muy frecuente entre los que habitan la misión inglesa, que han adquirido costumbres sedentarias y que viven encerrados”.
Niñas yámana a bordo del barco francés La Romanche |
Embarcación yámana en primer plano y La Romanche al fondo, 1882 |
En primer lugar, el doctor describe la vitalidad y robustez de los yaganes que viven en libertad, en los alrededores de Bahía Orange, donde prácticamente no existen enfermedades:
“No existen enfermedades específicas de los fueguinos. En bahía Orange
pudimos observar muy puntualmente enfermedades locales o generales. En cuanto a
las enfermedades locales, no encontré más que un caso de iritis endémica doble
con adherencias y opacidades de la córnea, en un anciano que sin embargo había
conservado la suficiente visión como para conducirse perfectamente. Añadiría
que los fueguinos tienen una agudeza visual satisfactoria, sin alcanzar el
grado extraordinario que se atribuye a ciertos pueblos salvajes, y que están,
en general, dotados de una gran capacidad de adaptación. En cuanto a la
conjuntivitis, que se supone frecuente debido al contacto con el humo de la
choza, no he encontrado ni un solo caso. Se quejan con bastante frecuente de
dolor de cabeza, que se disipa habitualmente al cabo de unas horas. No es
extraño encontrar, sobre todo entre las mujeres, amigdalitis, que desaparece en
2 o 3 días. Las enfermedades de los órganos respiratorios, y especialmente la
bronquitis, son muy raras, nunca van acompañadas de fiebre y no evolucionan al
estado crónico. No he visto ni pleuresías ni neumonías. Tampoco he encontrado
lesiones del aparato circulatorio. Las afecciones intestinales, muy raras,
provocan diarrea después de comidas copiosas y mal digeridas. No he observado
ni una sola enfermedad cancerosa.
Las enfermedades más comunes entre los fueguinos son, sin duda alguna,
los dolores reumáticos, muy raramente agudos, y las artritis monoarticulares,
que se terminan con la recuperación. He visto varios casos graves de flemones e
inflamaciones, que se curan por resolución, y un caso de gangrena en la pierna
y el pie, que causó la muerte de un adulto, único fallecimiento que observamos
en bahía Orange durante el año de nuestra estancia. Este es el resumen de las
patología de los fueguinos que viven en estado natural. No conocen ni la gota,
ni la locura u otras enfermedades nerviosas, ni las fiebres exantemáticas
(varicela, rubéola, escarlatina), ni el escorbuto, ni las afecciones tifoideas,
ni la malaria, y jamás he escuchado hablar de casos de difteria”.
Los misioneros anglicanos Whaits y su esposa con los niños yámanas asilados en la misión |
A continuación,
el médico relata el desolador panorama sanitario de los yaganes que habitan en
la misión de Ushuaia:
“En el canal Beagle, en el establecimiento de los misioneros ingleses
de Ushuaia, pude constatar, en noviembre de 1882, enfermedades de todo tipo: 1
caso de histeria, 3 casos de anemia, 1 glaucoma agudo, 1 metritis uterina, 1
neumonía grave, 1 periostitis y 38 casos de tuberculosis, de los 15 estaban muy
avanzado. (…) La tisis pulmonar es muy frecuente entre los fueguinos que viven
en la misión inglesa de Ushuaia. Esta misión fue fundada en 1869; casi todos
los meses se publican en Londres sus noticias en el South American Missionary
Magazine, donde nos ha resultado muy sencillo encontrar informaciones sobre el
estado sanitario de la pequeña colonia anglo-fueguina que cuenta entre 150 y
300 habitantes indígenas. De este modo podemos tener la certeza que hasta 1881
la mortalidad era escasa y las enfermedades muy ocasionalmente mencionadas. En
es noviembre de 1881 que, por primera vez, se reciben en Londres malas noticias
sobre el estado sanitario de los indígenas; muchos de ellos se quejan de su
salud y se anuncia un gran número de muertes entre los fueguinos de los
alrededores de Ushuaia. En 1882, en el establecimiento mismo de la misión
inglesa, la tisis toma las proporciones de una enfermedad endémica, provocando
el fallecimiento en solo unos días de 14 niños del orfanato, que contaba con 25
internos, haciendo perecer a un numero mayor de hombres adultos y provocando la
consternación entre los misioneros, que no saben a qué atribuir esta suerte de
epidemia que afecta sobre todo a las mucosas de la laringe y de los bronquios.
Anotan en 1883: “Durante el último año (1882) la enfermedad continuada y la
mortandad han sobrepasado todo lo que habíamos visto hasta la fecha. Sentimos
vivamente la pérdida de tantos indígenas bautizados. Nos parece imposible
descubrir las causas de una letalidad tan grande entre los indígenas. En
algunos casos, familias enteras han sido diezmadas por la muerte; los fueguinos
se encuentran en general en un estado de gran debilidad”.
Yámana preparando su arpón para pescar |
Hyades
concluye con una cita premonitoria que, tristemente, se hará realidad poco
tiempo después al ser diezmado el pueblo yagán por las enfermedades:
“Los acontecimientos actuales hacen prever en breve plazo la
desaparición de la tribu fueguina, debido al contacto con los elementos
civilizadores. Su desaparición total de la superficie de la tierra no es más
que una cuestión de algunos años: no son más de trescientos o cuatrocientos en
la actualidad. Perecen simplemente a causa de las enfermedades importadas por
la gente civilizada y que evolucionan en un terreno virgen con una violencia
implacable”.
Por
suerte, hubo supervivientes y hoy los yaganes
luchan por salir del aislamiento y la discriminación y reivindican su valiosa
cultura y sus tradiciones, de las que Cristina Calderón es su mejor embajadora.
En cuanto a Thomas Bridges, en 1886 “colgó” los hábitos y se convirtió en
próspero estanciero; hoy sus descendientes son propietarios de miles de
hectáreas en Tierra del Fuego.
Nota: todas las fotografías son de los años 1882 y 1883 y proceden de la colección Mission scientifique Cap Horn, conservada en el Museo Quai Branly de París, siendo sus autores Edmond Payen y Jean-Louis Doze.
Muchachas yámanas, en el centro Kamanakar Kipa |
Nota: todas las fotografías son de los años 1882 y 1883 y proceden de la colección Mission scientifique Cap Horn, conservada en el Museo Quai Branly de París, siendo sus autores Edmond Payen y Jean-Louis Doze.