En 1884 en Inglaterra, los astilleros de la Liverpool
Forge Co. terminaban la construcción de un vapor de 412 toneladas, 46 metros de
eslora, 7 metros de manga y 3’5 metros de calado, que fue incorporado a la
flota de The Argentine Steam Lighter Co. para operar por el Río de la Plata.
Ocho años después, en 1892, fue comprado por José Menéndez, “rey de la Patagonia” convirtiéndose en el primer barco a vapor que se registró con
matrícula de Punta Arenas (Chile). Fue bautizado con el nombre de “Amadeo” en
recuerdo del que fuera rey de España entre 1870 y 1873, Amadeo I. De este modo
el gran terrateniente español José Menéndez inauguraba la costumbre de bautizar
a todos sus barcos con la letra “A”, lo que cumplirá para su numerosísima
flota: Alfonso, Alejandro, Antártico, Atlántico, Austral, Apolo, Arturo,
Avilés, Andalucía, Alejandrino o Araucano.
El barco de Menéndez surcará las aguas de la Patagonia
durante décadas, con su orgullosa “M” pintada en grandes letras blancas en la
chimenea, convirtiéndose en el buque insignia de la flota del hacendado
asturiano.
El Amadeo estuvo empleado principalmente en el cabotaje
regional, enlazando Punta Arenas con el resto de las localidades costeras de
Patagonia y Tierra del Fuego, y trasladando de una estancia a otra animales,
fardos de lana, madera, víveres y mercancías. Entre sus viajes históricos, se
cuentan los realizados para la puesta en marcha de la misión salesiana de
Nuestra Señora de la Candelaria, en Tierra del Fuego, que se fundará
oficialmente el 10 de junio de 1893. Unos meses después, en febrero de 1894,
transportó los materiales y las primeras majadas de ovejas que servirían para
la creación de la primera estancia de la Sociedad Explotadora de Tierra del
Fuego, la estancia “Caleta Josefina”, sobre Bahía Inútil.
Sin embargo, los viajes del Amadeo no fueron siempre trayectos idílicos llevando ovejas y materiales de una estancia a otra. Está comprobada la participación del Amadeo en la
deportación de los selk’nam. En febrero de 1896 treinta y seis selk’nam
capturados por los empleados de las estancias fueron conducidos a Punta Arenas
a bordo del vapor. El 8 de marzo del mismo año el mismo barco trasladó desde
Bahía Inútil a la misión salesiana de isla Dawson a un grupo de diez personas
deportadas: 3 hombres, 2 mujeres y 5 niños y niñas. Más de un millar de personas murieron en las misiones salesianas, verdaderos antecedentes de los campos de concentración nazís. Finalmente, en 1911 participó en el
traslado de los veinticinco selk’nam supervivientes de la misión de San Rafael
en isla Dawson, los cuales fueron llevados a la misión de Nuestra Señora de la
Candelaria en Río Grande.
También fue empleado en los “raques” o rescate de las
mercancías de los numerosos buques mercantes que naufragaban en el Estrecho de
Magallanes. El 13 de julio de 1893, el Amadeo participó en el salvamento de la
carga de la fragata británica Duchess of Albany que, en viaje de Río de Janeiro
a Valparaíso, encalló en Caleta Policarpo, al sudeste de Tierra del Fuego. Un
año después, el 12 de mayo de 1894, se hacía con las mercancías que
transportaba el vapor francés Atlantique de la Compagnie Maritime du Pacifique,
que había chocado con una roca sumergida frente a la isla Magdalena, en el
estrecho de Magallanes. El 12 de enero de 1898 rescató la carga del Mataura, de
la New Zealand Shipping Company, que había chocado contra un saliente rocoso al
sur de cabo Pilar, en isla Desolación.
Mujeres y niñas Selk'nam confinadas en la misión salesiana de isla Dawson, 1899 |
Hacia 1900 el Amadeo se ocupaba de realizar viajes de
circunvalación de las costas fueguinas cuatro veces al mes de acuerdo a un
contrato con el gobierno argentino que, según el gobernador de Tierra del Fuego
Félix A. Carrié, era un “mal servicio con una onerosa subvención”. También era
empleado para trasladar las comparsas de esquiladores desde Chiloé a las
estancias de la Patagonia y Tierra del Fuego.
En 1932, tras cuarenta años de servicios ininterrumpidos,
ya inservible, los descendientes de José Menéndez, a través de la Sociedad
Anónima Ganadera y Comercial Menéndez-Behety, armadora del buque, acordaron
encallarlo en la playa, frente a la estancia “San Gregorio”, para usarlo como
pontón y almacén de lanas. Un cartel cuenta la historia "amable" de este barco, ocultando la participación de su dueño en el terrible genocidio Selk'nam.
Desde la distancia, el barco parece mantener su figura,
ligeramente escorado hacia el mar, aunque una mirada más precisa descubre
rápidamente las huellas inevitables del paso del tiempo. El lado de babor ha
desaparecido completamente, destruido por el continuo romper de las olas,
mientras que la popa no es más que un amasijo de hierros retorcidos sobre el
que se mantiene aún en precario equilibrio el puente de mando de madera. Con el
paso de los años, los restos del Amadeo se han llenado de un gran valor
simbólico; el viejo barco que va a morir frente a la destartalada estancia,
exponentes ambos del rutilante imperio económico que un día levantó José
Menéndez para mayor gloria suya y de sus herederos.