Hoy les recomendamos la lectura de un libro
imprescindible, escrito por una mujer originaria de Tierra del Fuego, Margarita Maldonado. Se titula "Entre dos mundos. Pasado y presente de
los habitantes Selk'nam-Haush de Tierra del Fuego" y acaba de reeditarse
por Editora Cultural de Tierra del Fuego. Esta obra incluye interesantes
fotografías sobre las costumbres y tradiciones del pueblo Selk'nam. Desde las
famosas representaciones de la ceremonia del Hain que inmortalizó Gusinde en
1923, hasta ilustraciones actuales de los diferentes ornamentos utilizados por
los Selk'nam y fabricados con piel de guanaco, plumas de pájaros o caparazones
de caracoles.
También contiene una explicación y el significado de las
pinturas faciales, de gran complejidad y enorme simbolismo. Margarita
Maldonado es además una reputada artesana que organiza talleres de
cestería y que ha volcado en el libro sus ancestrales conocimientos. Está
disponible en la Feria del Libro de Buenos Aires. Entre tanto les invitamos a
leer uno de los prólogos que tuve el privilegio de escribir para la nueva edición.
Prólogo “Entre dos mundos”, de Margarita Maldonado
Karukinká es la gran isla del extremo más austral de América, la
mítica Tierra del Fuego a la que los navegantes europeos llamaron así “por
haber visto en ella los primeros que pasaron por este estrecho muchos humos y
fuegos de la gran gente que la habitan”. Esa “gran gente”, a la que se refería
así en 1580 el cronista Alonso de Ovalle, son los Selk’nam. Dos sílabas de gran
fuerza sonora para evocar el nombre de un pueblo de leyenda que deslumbró a los
viajeros y exploradores por su elevada altura y su gran complexión física.
Dueños desde hace miles de años de un extenso
territorio comprendido entre el estrecho de Magallanes y el canal Onashaga, que
les separaba del país de sus vecinos yaganes. Perfectamente adaptados a un
clima riguroso caracterizado por el viento, el frío y la nieve, los selk’nam
tradicionales recorrían sus “haruwen” o territorios de caza en pos del
escurridizo guanaco, al que abatían con arco y flechas. Se alimentaban de su
carne, usaban su piel como abrigo y empleaban otras partes del animal para confeccionar
sus utensilios domésticos. Vivían en una sociedad muy igualitaria, con
tendencia a compartir con los demás los alimentos de los que disponían. Los
ancianos, que eran cuidados y respetados por toda la sociedad, se convertían en
depositarios de la sabiduría de su pueblo, gracias a su experiencia y
vivencias. Los niños y niñas selk’nam crecían siempre en torno a sus
progenitores; si el padre les mostraba los rudimentos de la caza del guanaco,
la madre les transmitía las enseñanzas primordiales para desenvolverse en la
vida. La mujer tenía un papel protagonista puesto que se ocupaba tanto de
trasladar todos los enseres para la construcción de la choza, como de la
recolección de frutos y bayas en los bosques y de mariscos y peces en las
playas. Tareas esenciales en tiempos en los que el guanaco escaseaba, y que
lograban asegurar la supervivencia de toda la familia.
En la gran isla existía otro pueblo de cazadores nómadas, los haush, que habitaban el extremo sudoriental, en la actual península Mitre. Emparentados con los selk’nam, tenían muchos rasgos y costumbres en común. Sin embargo, los haush, debido a su hábitat costero, estaban mucho más orientados a aprovechar los recursos del mar. Así, además de las pieles de guanaco, aprovechaban pieles de lobo marino cuyas colonias eran muy abundantes antes de la llegada de los barcos loberos. Los haush eran expertos pescadores. Los hombres se sumergían hasta la barbilla con una red hecha de tendones de guanaco y, al retirarse hacia la costa, la sacaban llena de pescados. Las mujeres utilizaban un palo muy flexible en el que colocaban en el extremo un trozo de barba de ballena con un nudo corredizo, con lo que podían atrapar los peces sin anzuelo de forma muy inteligente.
La autora en Cabo Espíritu Santo, Tierra del Fuego |
En la gran isla existía otro pueblo de cazadores nómadas, los haush, que habitaban el extremo sudoriental, en la actual península Mitre. Emparentados con los selk’nam, tenían muchos rasgos y costumbres en común. Sin embargo, los haush, debido a su hábitat costero, estaban mucho más orientados a aprovechar los recursos del mar. Así, además de las pieles de guanaco, aprovechaban pieles de lobo marino cuyas colonias eran muy abundantes antes de la llegada de los barcos loberos. Los haush eran expertos pescadores. Los hombres se sumergían hasta la barbilla con una red hecha de tendones de guanaco y, al retirarse hacia la costa, la sacaban llena de pescados. Las mujeres utilizaban un palo muy flexible en el que colocaban en el extremo un trozo de barba de ballena con un nudo corredizo, con lo que podían atrapar los peces sin anzuelo de forma muy inteligente.
Y es precisamente una mujer de doble ascendencia,
selk’nam y haush, Margarita Maldonado, la autora de este libro que tienen entre
sus manos y que presenta ahora su 2ª edición. Por medio de interesantes y
variadas fotografías, la obra ilustra las costumbres y ceremonias selk’nam y
haush. En sus páginas vamos a encontrar la imágenes de la famosa ceremonia del
Hain documentada por el sacerdote Martin Gusinde y que tuvo lugar en Laguna
Pescado en 1923. Aunque hoy sabemos que las fotografías fueron preparadas,
estas imágenes tienen un valor incalculable y nos hablan de la complejidad de
la mitología y tradiciones de este pueblo. En palabras del antropólogo Ernesto
Piana, el trabajo de Gusinde es "un escalón insoslayable para quien debe
mirar más lejos". Y así Margarita Maldonado va más allá y realiza una
meticulosa descripción del rito selk’nam, retratando con mucho detalle a cada
uno de los espíritus que participan en él. Más aún, la autora junto a miembros
de su comunidad, realizan una reconstrucción de las máscaras que sus ancestros
utilizaban en el ceremonial, usando para ello las pinturas ocre, negro o blanco
obtenidas de la tierra de forma natural, y ofrecen una explicación del
significado de esas pinturas faciales, de enorme simbolismo.
Mujeres selk'nam recolectando moluscos en la playa, Alberto M. De Agostini |
Uno de los apartados más originales del libro tiene que ver con la inclusión de una “Guía práctica de cestería”, artesanía en la que son maestros los pueblos autóctonos de Patagonia y Tierra del Fuego y que la autora nos muestra paso a paso. También hay que destacar el capítulo de ornamentación, donde se recuperan los nombres originarios para describir los adornos, utensilios y otros objetos realizados por los selk’nam, con pieles de guanaco, plumas de pájaros y caparazones de caracoles. Cabe recordar aquí que la “Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas”, que fue adoptada en 2007 en Nueva York con los votos favorables de 143 países, incluyendo tanto a Argentina como Chile, establece en su artículo 13 el “derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus historias, idiomas, tradiciones orales, filosofías, sistemas de escritura y literaturas, y a atribuir nombres a sus comunidades, lugares y personas, así como a mantenerlos”. Como estableció la doctora de la Universidad de Estocolmo Débora Rottenberg "en el hecho de imponer un nombre a lo que ya lo tenía hay un intento de avasallar a los sujetos cuyo saber se está negando”. Es por tanto de destacar el aporte de Maldonado a la recuperación de todos los nombres originarios y en devolver el protagonismo a sus antepasados, que tan magistralmente supieron adaptarse a una naturaliza agreste y a una climatología adversa.
Este libro incorpora el subtítulo “Pasado y
presente de los habitantes Selk’nam-Haush de Tierra del Fuego”, elegido
intencionadamente por la autora para poner de relieve la pervivencia de ambos
pueblos a través de sus descendientes actuales. Es importante insistir en que
la violencia soportada por los habitantes de Tierra del Fuego –asesinatos,
persecuciones, deportaciones, etc.-, especialmente a partir de la ocupación de
sus tierras por parte de los empresarios ganaderos, no significó en ningún caso
la extinción de los selk’nam. Maldonado se rebela contra la teoría del “último
selk’nam”, muchas veces difundida de manera interesada para negarles sus
derechos a los selk’nam actuales.
Familias selk'nam al modo tradicional en 1902, William S. Barclay |
Los documentos y los testimonios nos permiten hoy
reconstruir todo el violento proceso contra los selk’nam de Tierra del Fuego.
En una primera etapa, a partir de 1885, los selk’nam se enfrentaron a los
invasores de su territorio, diezmando las majadas de ovejas, rompiendo las
alambradas e incluso atacando a los empleados de las sociedades ganaderas. Sin
embargo, las partidas de cazadores a caballo, el despliegue policial por toda
la isla y la tremenda superioridad de las armas de fuego, terminaron con la
resistencia de los habitantes originarios de la isla que, en su mayor parte,
fueron deportados a isla Dawson de donde nunca regresarían. A partir de
entonces, los sobrevivientes desarrollan toda una elaborada estrategia que les
permitirá la supervivencia como pueblo. Mujeres y niños se refugiaron en la
misión de Río Grande, el único lugar donde encontraron cobijo y donde estaban
relativamente a salvo de las balas de los ganaderos. Familias enteras se
retiraron al interior de la isla, en los alrededores del lago Kami, donde
pudieron mantener sus costumbres y tradiciones. Al fin, se produjo un lento
proceso de asimilación; los hombres se incorporaron al trabajo ganadero en
algunas estancias, sobresaliendo como campañistas o domadores, y las mujeres se
emplearon en la servidumbre doméstica.
Con el paso de los años, los descendientes
pasaron de esconder o disimular sus orígenes a mostrarse públicamente
orgullosos de su pertenencia selk’nam. Y hoy sus comunidades realizan un
importante trabajo de difusión de su cultura e historia. Este libro, “Entre dos
mundos. Pasado y presente de los habitantes Selk’nam-Haush de Tierra del
Fuego”, es una excelente prueba de ello y supone un importante aporte al
conocimiento de este pueblo. En palabras de la propia autora “busco dejar mi
legado cultural a las futuras generaciones, a los que llevamos la misma sangre,
a los que hoy podemos decir esta es nuestra identidad”. Les invito a leer esta
obra, donde se escucha de manera nítida la voz selk’nam-haush, la voz de
Margarita Maldonado.
José Luis Alonso Marchante, autor “Menéndez, rey de la Patagonia”