En el año 2011, mientras llevaba a cabo en Chile el proceso de investigación para mi libro "Menéndez, rey de la Patagonia", me encontré con una fuerte movilización estudiantil que fue realizada a nivel nacional por los estudiantes universitarios y de secundaria. Aquellas protestas multitudinarias, que pedían poner fin al sistema educativo heredado de la dictadura, tuvieron un gran eco en Europa y sirvieron de modelo para estudiantes de otros países. El gran éxito de la protesta tuvo como consecuencia que cuatro de aquellos líderes estudiantes (Karol Cariola, Gabriel Boric, Camila Vallejo y Giorgio Jackson) obtuvieran en 2013 el acta de diputados del parlamento de Chile.
El testigo de los estudiantes fue recogido por los docentes, que este 2014 han continuado las protestas en favor de una educación pública de calidad, gratuita y para todos. Por eso es un verdadero privilegio que la Revista Docencia, órgano de los profesores de Chile, haya elegido "Menéndez, rey de la Patagonia" como material para trabajar en las aulas con los alumnos. Les transcribo el artículo aparecido en el número 54, correspondiente al mes de diciembre.
La
extinción de los selk’nam (onas) en la Tierra del Fuego estuvo por muchas
décadas envuelta en silencios, especulaciones y falsedades, hasta que el
historiador español José Luis Alonso Marchante encontró el texto original de Treinta años en Tierra del Fuego, obra
del misionero salesiano y naturalista Alberto de Agostini. El manuscrito da
testimonio de cómo el genocidio de los pueblos indígenas de esta zona se debió
a la cacería financiada por José Menéndez, español, gran latifundista del
extremo sur de Chile y Argentina que acumuló su enorme fortuna con el comercio
lanero. Menéndez llegó a ser dueño y señor de toda la Patagonia a través de la
Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, imperio económico que surgió de la
exportación de lanas a Inglaterra, y que llegó a abarcar navieras y bancos.

Este proceso, ocurrido a fines del siglo XIX y principios del siglo XX en el “fin del mundo”, la Patagonia chilena y argentina, es un proceso de invasión, colonización y exterminio tardío, si lo comparamos con la conquista de América en el siglo XVI, pero igualmente materializa en este espacio y tiempo el choque de dos mundos, de dos racionalidades y cosmovisiones diferentes (la europea occidental y la indígena americana), que dieron por resultado el holocausto humano y natural que relata Alonso Marchante. Asimismo, el libro aborda la masacre de cientos de peones de diversas nacionalidades a manos del ejército argentino –y con la colaboración del Estado de Chile–, ocurrida entre 1920 y 1921, luego de una huelga anarcosindicalista contra la explotación a la que estaban sometidos en las estancias ovejeras.
Recomendamos este libro al profesor de Historia y Ciencias Sociales, para trabajar con jóvenes de tercero y cuarto medio, abordando en grupos algunos de sus capítulos, para luego articular una reflexión crítica colectiva a partir de un relato histórico complejo, polémico y muy bien documentado. Esta obra representa una excelente oportunidad para abordar con un material nuevo, problemas centrales de la historiografía, tales como el punto de vista, la diversidad de fuentes, la censura, la verdad y los silencios de la historia. También problemáticas que son abordadas desde la antropología, como cosmovisión y formas de vida de los pueblos indígenas australes, diversidad cultural, desastres ecológicos causados por el hombre o el impacto de la racionalidad económica sobre el entorno, al romper los equilibrios ambientales.
Por
Equipo Revista Docencia