Los kawésqar habitaron desde tiempos inmemoriales el laberinto de canales e islas comprendidos entre el golfo de Penas y la parte oeste de la Tierra del Fuego, en la Patagonia chilena. Este "pueblo de las canoas" estaba formado hacia 1850 por unas 4.000 mujeres, hombres y niños, reducidas a solo 300 personas medio siglo después. Autoridades, sacerdotes y latifundistas se unieron para poner fin al modo de vida ancestral de un pueblo legendario. Para entender la ideología sobre la que se sustentó este etnocidio, es interesante transcribir la opinión que sobre ellos tenía, en 1907, el Fiscal de Magallanes: "Sabido es que la misión que la congregación salesiana mantiene en la isla Dawson ha fracasado lamentablemente. Los indios al civilizarse o sea al adquirir la condición de seres humanos, no pueden subsistir, la tisis y otras enfermedades los diezman, la nostalgia de la vida puramente animal los desespera y los mata. En realidad, la única ventaja que ha traído la misión que esos frailes establecieron hace ya más de quince años es la de haber contribuido poderosamente a la casi completa extinción de las salvajes indiadas magallánicas, indiadas que según la opinión de un sociólogo eminente están formadas por los seres más ruines y miserables de la especie humana". Contra los deseos del magistrado, unos pocos kawésqar sobrevivieron, como la niña de la imagen, fotografiada en 1947 por Joseph Emperaire en Puerto Edén (7 de febrero de 2016).
Los kawésqar son un pueblo de canoeros que desde milenios han habitado los canales, islas y fiordos de la Patagonia, en un amplio territorio que va desde el Golfo de Penas hasta el estrecho de Magallanes. Se desplazaban por medio de sus embarcaciones donde llevaban un fuego permanentemente encendido, las pieles, palos y cortezas para construir la choza y los utensilios necesarios para la caza y pesca. Para su desgracia, fueron los primeros inquilinos de la misión salesiana de San Rafael en isla Dawson, adonde eran conducidos forzosamente. Los gobernadores mandaban capturar a los kawésqar que merodeaban por los canales y, en ocasiones, eran los mismos misioneros los que los recogían en su goleta María Auxiliadora. Como atestiguan los propios diarios de la misión, una vez en la isla los indígenas trataban inmediatamente de escapar, de tal modo que los religiosos se servían de los “indios mansos” para hacerles desistir de sus intentos de huida. Todos murieron en poco tiempo a causa de los estragos causados por las epidemias, cuyos mortíferos efectos se veían aumentados por la insalubridad y el hacinamiento al que eran sometidos los indígenas. La terrible fotografía, tomada por Henri Rousson en 1890, nos muestra una familia kawésqar en la misión; a la mujer y los niños les han rapado el cabello. Biblioteca Nacional de Francia (29 de agosto de 2015).
Que nadie tenga ninguna duda que
los kawésqar, el legendario pueblo nómada canoero de la Patagonia, existen
hoy en día y siguen siendo fieles a sus tradiciones y costumbres, conservando
además intacta la memoria ancestral de sus antepasados. Los kawésqar actuales
se movilizan por sus derechos, siendo capaces de plantar cara a las autoridades
de Chile. Protestan por la aplicación de la Ley de Pesca, aprobada en 2012 y
que beneficia a la gran industria pesquera en detrimento de los pescadores
artesanales. Una Ley envuelta además en una gran polémica, ya que se investigan
los supuestos pagos ilegales realizados por CORPESCA a diputados y senadores
para que votaran a favor de la misma. Entre las nueve grandes familias que
controlan en Chile la industria pesquera se encuentran nada menos que tres
familias de bisnietos descendientes de José Menéndez, rey de la Patagonia. La
historia de los abusos de los poderosos contra los más desprotegidos continúa
cien años después. La bellísima fotografía de los tres
niños kawésqar fue tomada por Paz Errázuriz en Puerto Edén,
Jetarktétqal, en 1994. La noticia sobre los reclamos de
los kawésqar en el siguiente enlace. (20 de septiembre de 2015).
En 1906 Rüdolf Stubenrauch, quien
fuera cónsul alemán y británico además de rico estanciero, solicitó al entonces
gobernador de Magallanes, Alberto Fuentes, que mandara soldados a la zona de
Ultima Esperanza con el fin de capturar a los grupos dispersos de indígenas kawésqar para
conducirlos a la misión salesiana de San Rafael, en isla Dawson. Stubenrauch,
que hoy tiene dedicada una calle en Punta Arenas, no ocultará la opinión que le
merecían los kawésqar, un pueblo que habitó durante miles de años ese
territorio antes de que llegara él: “sería tiempo que sean recogidos y traídos
a la misión de los padres salesianos en la isla Dawson estos seres que son una
vergüenza para la humanidad”. Por suerte Stubenrauch está ya muerto y nadie se
acuerda de él, mientras que la cultura kawésqar adquiere cada vez más
protagonismo en Chile y en otros países. Interesantísimo el reportaje sobre
Carolina Quintul Coliboro, profesora de lengua kawésqar, y el
etnolingüista Oscar Aguilera, que publica la revista "FEM Patagonia" (2 de octubre de 2015).
El 27 de marzo de 1871 un grupo
de kawésqar era acusado del robo de algunas reses instaladas en Agua
Fresca, al sur de Punta Arenas, por lo que el gobernador de Magallanes Oscar
Viel decidió enviar una expedición de castigo. A continuación se produjo un
desigual combate, puesto que los indígenas no tenían más armas que sus arpones
para pescar: fueron asesinadas a balazos seis personas y capturados doce niños.
El gobernador, aunque lamentó las muertes, confesará: "Avisado en momento
oportuno, envié una expedición contra ellos, que logró destruirles tres canoas
matando algunos de ellos". No tenemos fotografías de loskawésqar de
Agua Fresca pero sí contamos con un grabado aparecido en el libro "Notes
on the Natural History of the Strait of Magellan" de Robert O. Cunningham,
publicado ese mismo año. Así es como vieron los marineros británicos a este
pacífico pueblo, a bordo de sus dalcas donde siempre humeaba un fuego, dueños
hasta entonces de los canales e islas de Magallanes (27 de marzo de 2016).
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