11 de noviembre de 2016

El genocidio selk'nam a través de los testimonios de la época (3)

El pueblo selk'nam de Tierra del Fuego fue víctima a finales del siglo XIX de un terrible genocidio. Los responsables de los asesinatos, persecuciones y deportaciones fueron los grandes terratenientes ganaderos, que se apoderaron de las tierras de los indígenas para sus explotaciones ganaderas. Entendemos por genocidio la eliminación metódica, total o parcial, de un grupo social por motivo de etnia, de religión, de raza, de política o de nacionalidad. 



Aunque hay quien asegura que se trata de un término moderno, nacido durante la II Guerra Mundial, y que su uso no puede extenderse a sucesos anteriores, la historiadora Florencia Roulet ya demostró que “la consagración jurídica de los conceptos que designan prácticas delictivas siempre es posterior a la generalización de su uso, ya que el delito precede al concepto y éste precede al tipo penal. Lo reciente del término genocidio no debe hacernos olvidar que se trata de un nuevo nombre para un crimen tan viejo como el mundo”. Ahora, historiadores chilenos exigen al estado de Chile el reconocimiento del genocidio del pueblo selk'nam, cuyos sobrevivientes supieron mantener intactas sus tradiciones y costumbres, como la ceremonia del Hain, uno de cuyos espíritus, Matan, fue fotografiado por Martin Gusinde en 1923. Si aún no ha firmado, hágalo ahora en Change (6 de mayo de 2016).



Ante la monstruosa evidencia de que miles de selk’nam de Tierra del Fuego habían sido “cazados” como animales hasta provocar su casi total exterminio a finales del siglo XIX, a los historiadores oficiales no les quedó más remedio que reconocer el genocidio. Ahora bien, Mateo Martinic, por ejemplo, enseguida se apresuró a exculpar a los dos principales latifundistas, José Menéndez y Mauricio Braun, señalando como responsables de los asesinatos exclusivamente a sus empleados: “eran hijos de su época y como tales adherían a sus ya conocidos principios éticos. Ahora bien, esta certidumbre les condujo a impartir instrucciones pertinentes cuya ejecución estaba librada a la diligencia de los administradores u otros empleados que les estaban subordinados, que al parecer no tenían grandes escrúpulos de conciencia. Y si estos cometieron excesos en su cumplimiento ¿cabía extender esta responsabilidad por hechos censurables hasta la jefatura superior? No resulta fácil aceptarlo, o al menos en cuanto a que ésta “realmente” aprobara “los procedimientos” utilizados. Pero, aunque así hubiera sido (lo que no consta), en una apreciación que requiere objetividad para ser justa cabría exculpar a Braun y Menéndez en tanto que ambos –se reitera– participaban del concepto del darwinismo social en boga y que, en definitiva, proclamaba la superioridad de la civilización (los colonizadores) sobre la barbarie (los indígenas)”. Hoy la perversa estrategia del "yo no fui, fueron mis subordinados", queda desmontada al darse a conocer la correspondencia particular y los informes internos de los latifundistas. Alexander MacLennan, el mayor "cazador de indios", actuó siempre siguiendo las órdenes de Menéndez, que le regaló un valioso reloj de oro en pago a sus años de lealtad y servicio. Alexander Cameron, el administrador de las estancias de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, que en 1898 se jactaba de que "el problema indio está solucionado", fue el hombre de confianza de Mauricio Braun, que nombró una hacienda, estancia Cameron, en su homenaje. En fin, un texto que nos debe mover a reflexión sobre la interesada escritura de la historia. En la fotografía de 1890, vemos una familia Selk'nam presa en Punta Arenas; falta el hombre que ha sido, con toda probabilidad, asesinado (3 de abril de 2016).



Merece la pena detenerse en las opiniones de Eduardo Menéndez Hume, bisnieto por partida doble de dos grandes latifundistas de la Patagonia, José Menéndez y José Montes, que ofrece su particular explicación de la casi total extinción del pueblo selk’nam de Tierra del Fuego: “Los indios, que tenían que correr como unos locos todo el día para cazar un guanaco, se dieron cuenta de que a una oveja la agarraban más fácil y les resultaba más cómodo. En algún momento seguro que hubo algún enfrentamiento aislado que les costó la vida a algunos indios. Respecto de los indios muertos por el robo de algún lanar, quiero decir que hoy, todos los días, muere un blanco, un indio o un negro por robar un pasacasete, un banco o un par de zapatillas. Sigue sucediendo pero en vez de llamarse indios se llaman ladrones”. Estas declaraciones expresadas sin rubor alguno son del año 2009. Hoy “los Menéndez” siguen cabalgando tranquilamente por sus anchos campos, mientras los descendientes selk’nam luchan por recuperar las tradiciones y costumbres de su pueblo aniquilado. En la foto de 1923 de Martin Gusinde, podemos contemplar la choza del "Hain" y un koshménk o espíritu a la izquierda de la imagen, una compleja ceremonia que nos habla de la espiritualidad del pueblo selk'nam (26 de septiembre de 2015).



La desaparición de la mayor parte de la población selk'nam que habitaba la Tierra del Fuego obligó a algunos historiadores a pergeñar las más disparatadas teorías que permitieran explicar lo sucedido. Armando Braun Menéndez, nieto de José Menéndez e hijo de Mauricio Braun, lo tenía claro: “Esta leyenda de crueldad extravagante tiene sin embargo su explicación: cada vez que varaba en tierra una ballena, acudían los onas al inesperado banquete, pero les era imposible terminarla antes de que entrara en descomposición; y sabemos el efecto de la ingestión de mariscos y peces en mal estado. Era frecuente observar al lado de los restos de una ballena cadáveres de los indígenas que, llegados tarde al festín, habían sido víctimas de su ignorante glotonería. Así lo explican varios exploradores científicos. Pero la ocasión fue campo propicio para los sembradores de patrañas”. En conclusión, según este autor, una de las razones de que los pueblos originarios de la Patagonia fueran diezmados fue comer alimentos en mal estado. En la imagen, una familia selk'nam pintada por Furlong (1 de noviembre de 2015).



Aunque nadie duda hoy sobre la participación de los empleados de José Menéndez en la persecución y matanzas del pueblo selk'nam de Tierra del Fuego, los diarios de los misioneros salesianos, vecinos de las estancias del poderoso terrateniente, constituyen una prueba irrefutable. Un ejemplo; en enero de 1897 las Hijas de María Auxiliadora escribían: “Varios empleados de la hacienda de Menéndez mataron a un grupo de hombres indios y las mujeres las condujeron a la misión: bautizamos las muchachas, ya tenemos 39 muchachas en casa y los salesianos tienen ya 42 muchachos”. Unos días después, eran los misioneros los que anotaban: “El mayordomo de los Menéndez trajo hoy a la misión 30 indios entre esos se recogieron en casa 10 niñas y 2 niños”. La costumbre era matar a los hombres, que se defendían furiosamente, y deportar a las mujeres y niños a las misiones, especialmente a isla Dawson. En la foto, niños selk'nam presos en Ushuaia, en una fotografía del mismo año (7 de noviembre de 2015).



Muy tempranamente, desde mediados del siglo XIX, un grupo de antropólogos alemanes, Theodore Waitz, Georg Gerland y Friedrich Ratzel, puso en cuestión las causas a las que las potencias coloniales europeas atribuían la desaparición de pueblos indígenas de los cuatro continentes: indolencia, guerras tribales, disminución de la fertilidad, abortos e infanticidios, canibalismo y sacrificios humanos, naturaleza inhospitalaria, etc. Bien al contrario, llegaron a la conclusión de que las verdaderas razones de la aniquilación de pueblos enteros eran el comportamiento hostil de los colonizadores, ávidos por más y más tierras, y el contagio de enfermedades. Exactamente esas fueron las razones del genocidio llevado a cabo en Tierra del Fuego contra selk’nam y yámanas, a pesar de que todavía hoy algunos autores sigan atribuyendo su desaparición a “su propia y débil naturaleza” o a “feroces conflictos intertribales”. La fotografía de los cazadores selk’nam es de Alberto de Agostini (23 de enero de 2015).








8 comentarios:

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    1. Es terrible la codicia que ha creado riquezas inconmensurables a costa de la vida de seres humanos. Lo más grave es que los autores del genocidio pretende borrar las evidencias de sus asesinatos.

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  2. Es tremenda la maldad del que ejerce el poder sobre el que tiene otra cultura o posibilidades, tremendo!, el capital por encima de lo humano, el desprecio por encima de todo. los terratenientes fuero ladrones de los pueblos originarios y siguen ejerciendo el poder, y siguen siendo ladrones la tierra. La tierra no tiene dueños se apropiaron de ella.

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  3. La historia de la humanidad,transcurre nos guste o no,con la invasion de culturas sobre otras,a veces mas y en otras menos cruentas,somos el resutado de todo el pasado,juzgar hoy,lo que paso en en el siglo 19 es anacronico e insensato,en este instante se estan gestando injusticias en el mundo,que nos pasan inadvertidas y seran consideradas aberraciones en los futuros siglos.

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    1. QUIEN TE PAGA? LOS MENENDEZ O LOS BROWN? SI NO HAY ANALISI DE HISTORIA Y DICUSIÓN DE CULPA NO HAY SUPERACIÓN. LOS DELITOS HUMANOS DE HOY SE JUZGAN PORQUE RECONOCEMOS LOS GENOCIDIO DE AYER, SINÓ NO HABRIA MORAL. TU DISCURSO ES TENDENCIOSO AL ENARENAMIENTO Y LA RESIGNACIÓN AL OLVIDO. CON TU CONCEPTO NO HABRIA EXISTIDO EL JUICIO A LOS GENOCIDAS DE LAS DICTADURAS MILITARES PORQUE "YA PASÓ"

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    2. totalmente de acuerdo carlos gutirrez. hay personas que viven en su comodidad y generalmente son seres resignados o parte de las elitte acomodadas gracias al asesinato de los pueblos y la depredacion de los recursos naturales. hoy sigue siendo igual. Es menester que el pueblo se arme con educacion de consciencia y solo asi comprendera que debe armarse para eliminar su ignorancia y fusilar a los miembros de la elitte junto a sus lacayos.

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  4. Una vez más queda claro que algunos humanos,son más primitivos que los animales.Es el caso de los latifundistas.

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  5. Una vez más queda claro que algunos humanos,son más primitivos que los animales.Es el caso de los latifundistas.

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