Óscar Viel Toro (1837-1892) fue un militar y marino chileno, que ejerció el cargo de gobernador de Magallanes, Chile, en la década de 1870 y a quien la historia oficial le atribuye todo el mérito de la “europeización” de la región, es
decir, de ser el impulsor de la inmigración de origen europeo (franceses, españoles,
suizos, centroeuropeos) con destino a la entonces incipiente colonia de Punta
Arenas.
Lo que no todo el mundo sabe es que el gobernador Viel, con calle
hoy en Punta Arenas, fue un perseguidor implacable de los kawésqar, habitantes
ancestrales del territorio desde miles de años antes de que el primer colono se
instalara en la zona. Viel organizó varias expediciones armadas que provocaron
verdaderas masacres de hombres, mujeres y niños, que apenas podían defenderse
con piedras de las mortíferas armas de fuego de los empleados de la gobernación. En sus
informes privados al ministro en Santiago de Chile, como este de septiembre de
1874 que ahora hacemos público y que está escrito de su puño y letra, califica
a los kawésqar de “bárbaros” y aunque lamenta “matar a esos infelices” no dudará en organizar nuevas expediciones de castigo y escarmiento.
Dalca Kawésqar a fines del siglo XIX |
Este estremecedor documento es un claro ejemplo de la salvaje
desproporción del castigo aplicado a los indígenas sospechosos de latrocinio de
ganado, y que en el caso de los Selk’nam tomará la magnitud de verdadero genocidio que todavía espera reparación por parte de los estados de Chile y Argentina. Asesinatos, persecuciones, deportaciones en masa, brutales actos llevados a
cabo contra los pueblos autóctonos de la Patagonia y la Tierra del Fuego con un
único objetivo; que un puñado de grandes latifundistas (Menéndez, Braun, Stubenrauch, Montes, Nogueira, etc.) se apropien de sus
tierras para hacerse, ellos y sus familias, inmensamente ricos.
Les invitamos a leer la transcripción de este revelador documento histórico.
Niñas kawésqar en la playa, Joseph Emperaire, 1948 |
“Desde tiempo atrás venía notando por los encargados del cuidado
del ganado fiscal los esqueletos i restos de animales muertos, por los
Fueguinos, los que a pesar de la gran vigilancia que se tenía, no habían podido
ser sorprendidos.
Como era natural suponer, se les buscaba del lado de la playa i
era harto extraño que ni siquiera se apercibiese en ella rastros donde tomasen
sus embarcaciones. Esto hizo suponer que talvez se hallarían en el monte,
procediendo desde el mar de Ottway.
Con ese fin dispuse marchase una expedición compuesta de seis
individuos, los que a un día de marcha encontraron las guellas. Seguidas estas,
alcanzaron hasta un escarpado monte en el centro de la península de Brunswick,
en cuya cima se hallaban alojados los bárbaros.
Fue necesario que los expedicionarios treparan el monte
desmontados, por escalerillas labradas en la tierra, hechas por los indios,
posición escogida por ello sin duda para estar en seguridad.
Llegados a su guarida, fueron recibidos los expedicionarios con
flechas y piedras lanzadas por ondas, las que afortunadamente no lograron sino
herir levemente a uno de los expedicionarios.
Atacados, fueron muertos 6 indios i 2 mujeres, habiéndose
defendido hasta llegar a hacer uso de sables de guerra con que se hallaban
armados, provenientes sin duda de algún naufragio i de los cuales me permito
remitir a V. una muestra.
Fueron además tomados tres indiesitos pequeños los que si V. tiene
a bien, pueden ser remitidos a esa capital para que puedan ser educados en
algún establecimiento de beneficiencia.
La falta de municiones obligó a los expedicionarios a volver al
establecimiento de Agua Fresca, donde un fortísimo temporal les ha impedido
expedicionar nuevamente contra los fugitivos, que se calculan en 7 ú 8.
Es probable que otras partidas de indios se hallen en esos
lugares, por cuyo motivo he ordenado que tan pronto como el tiempo lo permita
se emprendan nuevas expediciones, para evitar los perjuicios ocasionados en el
ganado, los cuales no han sido de poca consideración, habiéndose encontrado en
la guarida a que me he referido 29 cueros, 13 de ellos de animales menores i es
presumible que no sean estos solos los que han muerto.
El jefe de la partida me ha hecho presente que solo la necesidad
le obligó a matar a esos infelices, teniendo encargo de solo tomarlos, para
procurar arrancarlos de la barbarie i conocer si fuese posible por ellos sus
costumbres i particularidades, que sin duda no dejarán de tener interés.
Del resultado de la nueva expedición que debe salir, daré
oportunamente cuenta a V.
Fdo.: Oscar Viel”
*Archivo Ministerio de Relaciones Exteriores, Santiago de Chile, 49 A: 303.
Niños Kawésqar, Paz Errázuriz, 1994 |
Gracias por tu aporte al conocimiento de la historia
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